“La Ciencia no es nada más que la humanidad tratando de entender la grandeza del diseño de Dios.” (Francis Collins, EEUU, 1950)
Esta frase tiene mucha importancia porque quien la expresó es nada menos que el Dr, Francis Collins, un genetista estadounidense, conocido por sus descubrimientos de genes causantes de enfermedades y por haber dirigido el Proyecto Genoma Humano durante nueve años.
Es autor de varios libros, de los cuales el más conocido es “Cómo habla Dios?” donde propone armonizar las visiones científicas con los principios de la fe.
Una vez más se confirma que el intuir a Dios ha estado siempre presente en la mayoría los grandes científicos de la humanidad.
El descifrar el genoma humano fue uno de los mayores descubrimientos de la genética moderna. El conocimiento del genoma (la secuencia de ADN incluida en 23 pares de cromosomas, que contiene unos 20 000-25 000 genes) nos proporcionó los pasos causales de la evolución de las especies, nos develó los mecanismos de la vida, soportando la tesis darwinista de una unidad de los seres vivos en cuanto a su naturaleza y en cuanto a su origen en un ancestro común. En resumen, la comprensión del genoma humano contribuyó de manera crucial al entendimiento de la biología humana.
La evolución es un hecho irrebatible que no cuestiona la idea de un Dios como conciencia universal, naturaleza, inteligencia cósmica o como se lo quiera definir. La Ciencia no nos puede explicar el porqué de la presencia de la Vida.
Posiblemente este ser superior que es y está en todo sin límites de espacio ni tiempo estableció leyes naturales que gobiernan el Universo .”Dios no juega a los dados” decía Einstein.
Al tratar de poblar con seres vivos este universo, que de otro modo sería estéril, Dios eligió el exquisito mecanismo de la evolución para crear microbios, plantas y animales de todas clases. Lo más interesante es que Dios eligió el mismo mecanismo para dar lugar a seres humanos dotados de inteligencia, conocimiento del bien y el mal, con creatividad y con libre albedrío.
Lo que queda claro es que, según el autor de esta frase, se puede creer en Dios y ser un científico. Grandes científicos de la historia, matemáticos, físicos, médicos, fueron también religiosos.
Isaac Newton en Inglaterra considerado uno de los padres de la ciencia moderna, escribió: “ Este sistema tan hermoso, formado por el sol, planetasy cometas, sólo puede provenir del consejo y dominio de un Ser inteligente y poderoso…” La matemática es el alfabeto con que Dios escribió el universo, enunció Galileo Galilei.
La Vida sigue siendo el mayor de los misterios, todo es sorprendente y maravilloso y los grandes descubrimientos científicos no sólo no nos alejan de Dios, sino que ayudan a ir a su encuentro. (Jorge)
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“La Ciencia no es nada más que la humanidad tratando de entender la grandeza del diseño de Dios.” (Francis Collins, EEUU, 1950)
El ser humano se vuelve asombrado hacia la diversidad y complejidad del Universo y de sus propios cuerpo y personalidad, y barrunta o sospecha una Inteligencia, un Poder y un Amor detrás de todo eso.
A esa totalidad, el ser humano ejercita diversas formas de acercamiento o apropiación.
- La Espiritualidad: intuir al Arquitecto detrás de la Gran Obra, como dicen los Masones (Antigua cofradía de los Albañiles), luego codificada e institucionalizada en forma de Religiones.
- La Ciencia: estudia los planos del Arquitecto, para comprender mejor el funcionamiento de este mundo.
- El Arte: a partir de la materia prima que encuentra en este mundo, crea Universos nuevos.
- La Tecnología: utilizando los datos aportados por la Ciencia, su finalidad es transformar este mundo manifestado para beneficio de… intereses loables o no tanto…
Ahora bien, cuando una persona con sensibilidad espiritual hace o estudia Ciencia, descubre en sus resultados, además de la perspectiva utilitaria del tecnólogo, también la mano maestra del Creador. Y percibe una apabullante, a veces incluso, intimidatoria grandeza, desde lo más pequeño hasta lo más grande… Desde la perturbadora belleza del plancton submarino hasta la magnificencia de la Vía Láctea… (Ana)
