Curar la mirada
Un ciego fue invitado a una fiesta donde comió un pudín delicioso. Se
quedó tan encantado con su sabor que pidió a quien estaba sentado a su
lado que le explicara qué aspecto tenía el pastel.
«Es blanco», dijo el hombre.
«Y ¿qué es blanco?», preguntó el ciego.
«¿Blanco? Como un pato», fue la respuesta.
«¿Qué aspecto tiene un pato?», insistió el ciego.
Confundido por un momento, finalmente el hombre dijo: «Aquí, siente esto», y tomándole la mano lo guió a lo largo de su brazo que mantenía
doblado por la muñeca y el codo simulando la forma de un pato.
El ciego exclamó: «¡Oh!, ¡este pudín está torcido!»
El Maestro dice: No puedes ayudar a un ciego a saber cómo es el blanco, qué es un color o qué es la luz. Tu ayuda solo va a equivocarlo. No
hay manera de ayudar a un ciego con definiciones, explicaciones, teorías,
dogmas ni escrituras sagradas. La única manera de ayudarle es curándole los ojos.
(Sattvananda Satyam, Bolivia, 1993).