
Para entender cabalmente a los seres vivos, no alcanza con las explicaciones mecanicistas causales del cómo; éstas deben ser completadas con explicaciones teleológicas, o sea referidas a la finalidad o para qué. (Ana Jachimowicz, Argentina, 1950)
Por ejemplo, no entenderemos cabalmente la trompa de un elefante si describimos solamente su estructura muscular y dermatológica; para conocerla cabalmente, debemos conocer su función (prensil a distancia, beber agua, respirar, comunicarse y hasta jugar).