«Lo buscamos aquí y allá
Mientras Lo estamos mirando de frente.
Sentados a Su lado preguntamos:
‘Oh Amado, dónde está el Amado?'» (Rumi, Persia, 1207-1273)
Hay otro poema del genial Rumi que dice: «Somos como el pez que en medio del agua llora porque tiene sed.»
Como Tántalo, morimos en medio de la abundancia sin fin… La miopía y la desidia nos alejan de la compasión, el respeto, el amor y el servicio…
Sí, estamos en medio de la abundancia, incluso SOMOS abundantes…. Y nos sentimos carenciados… Como bien lo sugerir, la abundancia se logra con el dar, no con el recibir…»Que no busque yo tanto ser comprendido, como comprender… Que no busque yo tanto ser consolado, como consolar…. Que no busque yo tanto ser amado, como amar… Pues dando es como recibimos….»
Una manera de ser más felices es quejarnos menos y agradecer más ,
La queja te debilita y el agradecimiento te fortalece.
Si en la humanidad hubiese menos ego (egolatria, egoismo ,egocentrismo ) y más empatia otro seria el cantar .
Estamos hechos de la sustancia de lo inconcebible, de lo inabarcable, de ESO que nos dice: Tú eres Mío.
Me cuesta mucho entender a Dios en términos como Amado, no porque no esté dispuesto a amarlo, sino porque no nace en mi el impulso, ni el valor de decirle Amado. Sin embargo la frase (que en algún lado leí) «Tú eres Mío» atribuida a Dios en aquel relato, me conmovió hasta el tuétano; guarda en sí misma mi propia necesidad de pertenecerle, de sentirme abarcado por su presencia.
No todavía, parece, pero llegará el tiempo de decirle con la verdad del corazón: El Amado.
Abrazos miles!
Gracias Rubén por tus comentarios siempre tan sinceros, humildes, y que trasuntan una verdadera búsqueda interior. Son un bálsamo refrescante de autenticidad, e invitan a la propia autoindagación.
«El Amado» es el típico nombre con que los Sufíes se refieren a Dios.
Recuerdo un cuento sufí, aunque no recuerdo el autor. Seguramente Rumi.
«Un joven viaja muy lejos de su casa para tomar clases con un renombrado Maestro.Cuando finalmente llega exhausto y cansado por el viaje, toca a la puerta del Maestro. Éste le pregunta: -Quién eres? -Soy yo , contesta el aspirante. Y el Maestro no le abre la puerta. -Ve, y vuelve dentro de un año, hasta que encuentres la respuesta correcta.
La escena se repite varios años más.
Finalmente, el aspirante, que ya no es un joven y peina canas, frente a la consabida pregunta -Quién eres?, contesta: Soy Tú.
-Por fin! exclama el maestro, abre sonriente la puerta y se funden en un caluroso abrazo.»
Paz y luz!
Que lindo lo que me decís Ana! Mucho lo aprendí gracias a vos!
Por mi formación técnico-filosófica, simplemente te facilité las herramientas para expresar lo que ya sabías dentro tuyo.:-)