Dios Adentro Dios Afuera

Médicos sin Alma?

La organización Mundial de la salud (OMS,1948) definió en el preámbulo de su constitución que la salud es un estado completo de bienestar físico, mental y social y no solamente ausencia de afecciones y enfermedades.

Pero salud, del latín “salus”, significa “entero”; se refiere a “sentirse completo”. Por lo que a esa definición le falta, a mi entender, la “cuarta pata de la mesa”. En el año 2006 le adicionan el concepto de “bienestar espiritual”, entendiendo por “espiritualidad” el “camino interior para descubrir la esencia de nuestro ser, las creencias y valores que dan sentido a nuestra existencia”.
El bienestar espiritual también puede ser entendido como un estado de armonía interna, que le brinda al individuo una sensación de identidad, de trascendencia, con actitudes positivas, y con un sentido de la vida. No sólo implica relacionarse con uno mismo sino con el otro, con la Naturaleza, con una realidad superior, o con Dios. En general la espiritualidad representa también aspectos relacionados con el amor, la ética, la creatividad y la conciencia de lo sagrado.

Es importante que todos los profesionales de la salud entendamos la importancia del cuidado espiritual en la relación médico- paciente. La espiritualidad sigue siendo una materia pendiente que no se estudia en la Universidad y la mayoría de los médicos no le dan la importancia que tiene el reconocer las necesidades espirituales del paciente. Descreen de su significado o no disponen del tiempo suficiente, por la alta presión asistencial o apremios económicos que acortan significativamente la consulta.

Considerar este aspecto, que va más allá del correcto diagnóstico y tratamiento físico, es esencial para que el paciente deposite su confianza y pueda sobrellevar su enfermedad con el menor sufrimiento posible.

Es de suma importancia que los médicos brinden una atención lo más humanizada posible, para lo cual es necesario saber escuchar al paciente, percibir sus miedos y expectativas, entender sus dolores y recopilar su historia espiritual, analizando sus penurias en el contexto familiar y social, para tomar en consideración la totalidad del ser.

La esencia del cuidado espiritual es, por lo tanto, escuchar y estar presentes para el otro en su tiempo de necesidad; percibir lo que está buscando. La mejor herramienta a utilizar es la empatía, palabra de raíz griega cuyo significado es precisamente comprender al otro, conectarse, sentirse dentro con una participación afectiva. Tomar conciencia de la conciencia del otro. El que acude en ayuda es el yo de otro yo.

Está comprobado que la soledad, la depresión y la ausencia de esperanza disminuyen el estado inmunológico y las defensas del organismo favoreciendo la tasa de complicaciones. La espiritualidad desempeña un papel importante en la comprensión de la enfermedad y permite mitigar el sufrimiento del paciente, siendo fundamental en la búsqueda de la sanación.

“Curación” y “sanación” se utilizan muchas veces como sinónimos. Sin embargo, hay una diferencia: “curación” es resolver una enfermedad, y “sanación” es un proceso más profundo que implica estar bien de cuerpo y de espíritu.

Debemos recordar como médicos que el paciente acude a nosotros pidiendo ayuda, y que tan importante como un diagnóstico de certeza, necesita que se le escuche, se le calme su angustia y se le transmita un halo de esperanza. “ Primero el paciente, luego la enfermedad”. (Jorge)

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Desde la Revolución Científica que se inicia en siglo XVI en Europa, se abre una grieta en el alma de Occidente; se separan Ciencia y Religión, o Ciencia y Espiritualidad, quedando enfrentadas e incluso enemistadas como dos ámbitos excluyentes. Se produjo entonces una especie de “división del trabajo” en Occidente: la Ciencia se ocuparía del cuerpo y la Religión del alma.
Esa grieta recién está empezando a sanarse hoy, en parte por la globalización, que permitió la entrada de tradiciones milenarias de Occidente, en particular por la costa oeste de los EEUU.
Pero esto no siempre fue así. Sólo ocurrió en un pequeño sector del planeta (la clase ilustrada de Europa) y durante un corto período de tiempo (4 siglos).

En todas las culturas llamadas “primitivas”, el científico y el sacerdote están unidos en la persona del «chamán», que además es el “sanador”, en un sentido muy integral de la palabra. El chamán no descuida los aspectos espirituales de la sanación. A los estudiantes médicos que se gradúan en nuestras universidades occidentales, se les enseña mayormente que su función es curar, entendiendo por tal restituir lo máximo posible el órgano o la función a su estado anterior. Objetivo por cierto loable, pero qué pobre!


Es más, está incluso mal visto que el
estudiante o el médico traigan a su práctica sus convicciones espirituales. La medicina debería limitarse a lo material… A lo sumo, después de Freud, se acepta que se le agregue lo psicológico… Y con la llegada de medicinas desde Oriente, se comienza, aunque con mucha reticencia, a investigar el rol de lo energético en la salud.


Y cada vez está sucediendo que más jóvenes médicos se sienten atraídos hacia una concepción integral de la misma, que incluya además de lo material, también lo psicológico, lo social, lo energético, y más recientemente, lo espiritual.
Las célebres observaciones del psiquiatra austríaco Dr. Víctor Frankl durante su confinamiento en un campo de concentración nazi demostraron que un factor totalmente espiritual como es el encontrar un sentido para la propia vida, puede ser determinante en la capacidad de supervivencia de un individuo.

Dos grandes fuerzas actúan para mantener separadas sanación y espiritualidad; por un lado los grandes intereses económicos que quieren mantener la sociedad de consumo, y para eso necesitan fomentar la creencia de que sólo lo material, los objetos que ellos venden, pueden traer la felicidad. Por otro lado las grandes o pequeñas religiones que quieren limitar la espiritualidad al feudo de sus respectivas comunidades, invalidando las creencias ajenas o individuales.
Y por ello el médico debe mantener privadas sus creencias espirituales, porque no se las considera universales, sino propias de un grupo que podría ofender a otro grupo con creencias diferentes. Y por ese mismo motivo es mal visto que introduzca la espiritualidad en la sanación. Debe mantener su “neutralidad”, entendiendo por ello ocuparse sólo del aspecto material de su paciente.
Esto es “neutralidad”? Es, por el contrario, una postura espiritual tomada, muy específica, la de la independencia de la materia respecto al espíritu! Y este dogma no es trivial. Es el que permite por ejemplo, el encarnizamiento de las técnicas de resucitación para mantener unas semanas más en vida a un cuerpo sufriente, porque claro, se piensa que es lo único que hay, entonces hay que estirar su duración a toda costa…

Castrar al médico y al paciente de su acceso a lo espiritual, transforma a la medicina y a la salud en pálidos reflejos de lo que podría llegar a ser una vida “jugosa”, “verde”, al decir de la médica mística cristiana del siglo XII, Hildegarda de Bingen, integrada a la vitalidad de la Naturaleza, misterio del Espíritu que se expresa en la materia. (Ana)

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Francisco Enriquez
Francisco Enriquez
6 months ago

Wuao!!! más claro no puede estar. Una medicina y una psicología sin alma meramente biomecánica.

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