«La muerte no es más que un cambio de ropa, para presentarnos vestidos de novios ante el portal del Eterno.» (Shri Aurobindo, India, 1872-1950)
Nuestro verdadero YO, el que se viste, se desviste o cambia de ropa, es la pura Presencia-Conciencia, que es universal, y encima es la misma en tod@s y todo! No me creas, vivéncialo por ti mism@!
Estupenda síntesis.
Y… un grande….
Mirá cómo lo dice otro grande:
«Has sido invitado a conocer al Amigo;
Nadie puede resistir una Invitación Divina…
Esto reduce nuestras opciones a dos:
Podemos ir a Dios vestidos para la Danza
o
Ser llevados en camilla a Su Sala de Terapia Intensiva.» (Hafiz)
Yo acepté venir de la nada porque me daba todas las posibilidades.
Todo estaba perdido antes de nacer. Y el azar me hizo conciencia.
Yo estaba bien en esa nada
¿porqué de ella me sacaron?
¿Quién pensó en mí o a quién vine a acompañar?
Ahora se que fue un desatino.
La vida fue un luto al cual no pude renunciar.
Todo ser necesita de su origen.
La ignorancia de saber de mi soledad fue la fortaleza y la crueldad
de seguir caminando sin entender del ayer ni del final.
Querido Jorge:
qué profundidad mística la de tu texto! Para mí describe el dolor del alma de haber sido arrancada (aparentemente) del seno de lo Absoluto, y arrojada al Mundo de lo Relativo.
Relaciono con textos de dos grandes:
«Cuando yo habitaba en la base, en el fondo, en la corriente y en la fuente de la Divinidad,
Nadie me preguntaba adónde iba o qué estaba haciendo.
Allí en el útero de dónde vine, no tenía Dios, y era meramente Yo Mismo.» (Meister Eckhart)
Escucha la flauta de bambú, cómo se queja,
Lamentando su destierro:
Desde que me separaron de mi raíz,
Mis notas quejumbrosas sacan lágrimas de hombres y mujeres.
Mi pecho se rompe, luchando por soltar mis suspiros,
Y expresar los ataques de añoranza por mi lugar.
El que vive lejos de su casa
Siempre está deseando que llegue el día en que volverá.
Mi lamento es oído por todos,
En armonía con los que se alegran y los que lloran.
Cada uno interpreta mis notas según sus sentimientos.
Pero nadie penetra los secretos de mi corazón. (Rumi)