(Ana, Jorge, Julia, Lucas, María Marta, Rubén)
En este mundo manifestado creo ser dueño de mi destino.
Puedo cambiar la forma en que reacciono ante lo que sucede.
Dios es lo Real.
Y lo Real siempre es conexión.
Ana Jachimowicz no puede cambiar nada.
Yo soy Dios Adentro Dios Afuera, y puedo cambiar mi destino y vivirlo con alegría y no con dolor.
Por qué estando en armonía con Dios quere torcerle el brazo?
Podrás cambiar todo cuando ya no desees cambiar nada.
Torcerle el brazo a Dios es ir hacia la oscuridad, con todas mis separaciones y egoísmos.
Y en esa oscuridad emerge un punto de luz.
Dios nos propone la Realidad que nos conviene atravesar.
Hay cosas superficiales que puedo cambiar. Las más profundas no las puedo cambiar.
La Inteligencia Cósmica satisface nuestras necesidades, no nuestros deseos.
Cuando vivas en el No-Dualismo, todo es tuyo.
Aceptar las cosas como son, puede ser una forma de interpretar a Dios.
Aceptar las cosas como son es la forma de conocer a Dios.
A medida que uno va conociendo a Dios, se abre el abanico de posibilidades, de experiencias.
Dios se revela en lo que nos sucede. No hay otro lugar.
Necesito cambiar algo? Si Dios es el Ser.
Dios nos da. Dios nos quita. No vale la pena rebelarse.
Desde el Ser se hace la acción correcta que nos pide el momento presente.
Sería ideal poder actuar siempre desde el fondo del mar, no desde las olas.
Y cuando lo pide el momento, emerger e intentar surfear la ola.
No pretender cambiar la ola, sino ver adónde nos lleva la tabla.
Dios nos provee siempre de un dilema a resolver.
Dilema que se manifiesta entre dos opuestos.
Querés compartirnos tu opinión?
No podemos torcer su brazo, le podemos solicitar ayuda.
A propósito de este tema, quisiera compartir un poema-oración de autor anónimo, que siempre me gustaba escucharle a un actriz, Cipe Lincovsky.
“Dios,
No te voy a pedir lo que todos te piden, porque, seguramente, de eso no te queda nada.. No te voy a pedir la tranquilidad del alma, ni la del cuerpo, ni siquiera la fortuna y tampoco la salud.. Eso te lo piden tantos que seguramente no te queda nada.
A mí dame lo que te sobra, lo que se te rechaza,
yo quiero la intranquilidad y la tormenta.
La insatisfacción y la pelea,
y dámela para siempre, que yo esté seguro de tenerlas para siempre,
porque no siempre tendré el coraje de pedírtelo de nuevo.
Amen.
Qué extraño! No lo conocía… Yo pediría poder ver siempre la mano de Dios detrás de todo lo que me acontece, tanto de lo que llamamos «bueno» como de lo que llamamos «malo»… Paz y luz!
Yo interpreto que se refiere a los avatares de la vida, los desafíos complejos o simples a los que estamos expuestos con el vivir.
Nuestra existencia se maneja en la dualidad y es por eso que, en mayor o menor grado, se nos presentan dilemas a resolver nosotros mismos, sin pedir la intervención divina.
La anécdota que contaba Cipe Lincovsky era que esta plegaria la llevaban en la solapa los pilotos de aviones ingleses durante la 2°guerra. Yo creo que era para infundirles la fe en sí mismos. Supongo que en esos momentos de conflicto bélico, las palabras aparecen ásperas y carentes de sentido del amor, pero tal vez es lo que convenía a esos soldados que se debatían a diario entre la vida y la muerte.
Yo interpreto que pone a Dios en situaciones límites o
tremendamente difíciles ya que en los otros pedidos uno está condicionado para solicitarlos , así fuimos educados,.–Abundancia Prosperidad buenaventuranza, etc..
Claro! Yo creo que esta plegaria es como lo que dice Ana, pero de una manera mas dura. ¿Porqué ver a Dios solamente en las bondades de la vida?
La plegaria recurre a la idea de que centrarse en lo «bueno» como de Dios y lo «malo» no, es una posición ingenua e ilusoria, que no está de acuerdo con la realidad. Por eso, el o la protagonista del poema, pide a Dios lo que le sobra, lo que otros no le piden para así situarse en lo que realmente ES.
Aquí entran en juego «lo Bueno» y «lo Malo». Bueno y malo sólo surgen para quien se ubica en una situación de parcialidad. Desde una parcialidad, llamaremos»bueno» a lo que me beneficia y «malo» a lo que me perjudica.Si soy de Boca, llamaré «mal» a su situación de perder un partido y «bien» a la situación contraria. Si soy este cuerpo-mente, todo lo que los perjudique será llamado «malo» y todo lo que los beneficie será llamado «bueno».
Pero si soy la totalidad, nada puede perjudicarme ni beneficiarme. No hay nada «bueno» ni «malo» para el Universo.
Qué extraño! No lo conocía… Yo pediría poder ver siempre la mano de Dios detrás de todo lo que me acontece, tanto de lo que llamamos “bueno” como de lo que llamamos “malo”… Paz y luz!