LA RAZÓN
La Razón existe y funciona. Pero no puede decir porqué existe.
Prof. Dra. Ana Jachimowicz:
La Razón es aquella facultad humana mediante la cual realizamos el procedimiento denominado “razonamiento”. “Razonar” consiste en, partiendo de una o más proposiciones denominadas “premisas”, obtener otra denominada “conclusión”. La anunciamos con las palabras “POR LO TANTO”.
Por ejemplo, siguiendo el famoso ejemplo de Aristóteles; si se nos presentan las dos siguientes proposiciones:
Todos los hombres son mortales
Sócrates es hombre,
POR LO TANTO———————————————
Sócrates es mortal
El procedimiento que permite pasar de las premisas a la conclusión se denomina “Razonamiento” y por convención se simboliza en este caso con una raya horizontal o con las palabras: POR LO TANTO. Existen otros símbolos en Lógica y en Matemática.
La Razón es un procedimiento mental utilísimo para manejarnos con lógica en este mundo manifestado, pero resulta inadecuado para encontrar aquello que buscamos los místic@s, a saber, la naturaleza de la Realidad.
Por qué?
Como la Razón no tiene criterio para saber si las premisas que se le suministran son verdaderas o falsas, puede seguir razonando igual en todos los casos. La verdad o falsedad de las premisas nos viene suministrada por OTROS SABERES, lícitos o no, que NO provienen de la Razón. Consideremos el ejemplo siguiente:
Ejemplo 2: Dios castiga a los que obran mal. (Creencia)
Yo obré mal. (Percepción interna)
————————– (POR LO TANTO)
Dios me castigará
La Razón es la facultad humana de extraer conclusiones. Dicho de otra manera, la Razón no garantiza la verdad de sus conclusiones, sólo garantiza la corrección del procedimiento lógico que desemboca en la conclusión. Se puede razonar correctamente, y llegar sin embargo a una conclusión falsa, dependiendo de la calidad de las premisas.
Razonar es procesar información. Pero no sabe si la información que procesa es verdadera o falsa. Utilicémosla para manejarnos en este mundo de lo Relativo, pero conozcamos sus límites.
Es un error creer que, con la sola Razón, se puede descubrir el fundamento último de la Realidad.
Pues la Razón misma está establecida en ese fundamento. La Razón, al igual que nosotros mismos, se encuentra “ya existiendo”, y no sabe por qué existe, ni porqué es así como es y no de cualquier otra forma. La Razón no puede separarse de su fundamento para estudiarlo y analizarlo. La Razón no puede saber lo que es el SER, porque ella misma ya es SER, y no lo puede estudiar como si fuera un objeto separado de ella.
Los seres humanos percibimos el SER, pero no mediante la Razón, sino mediante la Intuición.
La Razón existe y funciona. Pero no puede decir por qué existe.
Dr. Jorge Lowenstein:
Razonar es la capacidad de comprender, de establecer relaciones entre las ideas y sacar conclusiones para poder emitir juicios.
A nivel de dato curioso, en la jerga popular se suele expresar “perder la razón” como sinónimo de enloquecer y sólo se puede perder lo que se posee.
Las leyes del pensamiento fueron observadas tempranamente en la antigua Grecia por Aristóteles.
La razón es el proceso mental que permite el entendimiento. En este proceso de comprensión, usamos el lenguaje al crear conceptos y emitir juicios.
La razón se ha postulado como la facultad que da origen al lenguaje; en una vía opuesta se instaura la filosofía de John Searle, quien sostiene que el lenguaje es el elemento que hace posible el desarrollo de la razón: sin lenguaje no existe la racionalidad.
Personalmente, siempre me intrigó preguntarme si la razón es algo inherente solamente al homo sapiens o en el desarrollo del cerebro hay otros animales que tienen la capacidad de razonar.
Adhiero a la primera definición que considera a la razón como una capacidad que nos distingue y caracteriza como seres humanos: aunque los animales tienen su lenguaje y pueden comprender y sacar alguna conclusión, no son capaces de emitir juicios.
Considero que la razón es fundamental como facultad del pensamiento, porque posibilita el entendimientoy permite crear conceptos.
Se puede razonar bien o mal. Los razonamientos incorrectos se denominan “sofismas”.
El razonamiento es un elemento clave en nuestra profesión de médicos. Para conseguir la máxima eficiencia diagnóstica empleamos una serie de estrategias que permiten combinar datos y sintetizarlos en un número reducido de hipótesis, evaluar los riesgos y los beneficios de realizar estudios complementarios y aplicar determinados tratamientos. Los médicos razonamos en base a nuestros conocimientos teóricos y a la experiencia, que, al permanecer en nuestra memoria, nos permite realizar una deducción racional para pronunciar un diagnóstico y pronóstico.
Uno de los objetivos principales de un profesor es promover en los estudiantes el desarrollo de una forma correcta de razonar.
Otro interrogante es si un robot puede razonar; a las máquinas las programan seres humanos para realizar alguna función y éstas pueden llegar a ser más inteligentes que el propio programador por la cantidad de datos que son capaces de procesar. Además, imitando redes interneuronales artificiales puede aprender (deep learning).
La pregunta que ya no parece de ciencia ficción es si algún día un robot podrá tener la libertad de independizarse, pensar y razonar.
Vemos la importancia de la razón, aunque en nuestra vida diaria muchas de las decisiones son emocionales y no pasan por un proceso racional.
En verdad la razón no puede explicar el fundamento de nuestra existencia, pero es la herramienta más importante que nos ha permitido evolucionar.
PARA PENSAR:
Según lo visto, razonar, es lo mismo que ser consciente?
TUS REFLEXIONES, AMIGO LECTOR/A:
————————————————————————————————–
——————————————————————————————
——————————————————————————————-
——————————————————————————————–
El concepto de la muerte está vigente por la acepción de una conciencia de nivel trágico que azota a la vida. El hombre lo hizo todo para modificar esta visión hasta llegar transmutar en metafísico, someterse a la imaginación y concluir siendo un ilusionista fracasado. Entonces, ante las murallas que le impone la vida se aventura a una irracionalidad extrema: vivir como si fuese eterno.
El enfrentamiento real es ante la irracionalidad que le impone su estado. La razón en su límite máximo de esclarecimiento a la que puede llegar siempre encuentra un sitio donde refugiarse y evitar creer que es mortal. Entonces construye el peor de los engaños: vadear a la muerte con los lenitivos del poder, el éxito y la vanidad. El hombre ha llegado al punto en que su irracionalidad solo comprende que es mortal al momento de morir. Intenta salvarse con una vida estética, basada de una armonía que satisfaga su estructura física y su instinto animal, desmembrado de la realidad del tiempo que se le escabulle a cada instante.
La experiencia de la muerte se nos escabullirá también, pues toda vivencia (valga la redundancia), ocurre en vida. Por definición es imposible la vivencia de la muerte, si limitamos nuestro ser al ser psico-físico. Si creemos ser sólo esta personalidad, este individuo, Ana Jachimowicz, nunca tendremos la experiencia de morir: quizás sea éste un consuelo para quienes sólo creen en su ser individual?
Aunque en realidad vivimos infinitas muertes cotidianas, en la medida que un momento ocupa el lugar de otro. Cambian los acontecimientos, perdura el eterno presente.La capacidad de percibir la eternidad del momento presente, proviene de esa parte nuestra que también es eterna. El yo psico-físico sólo percibe acontecimientos que se van sucediendo uno tras otro.
Quisiera transitar solo por las noches para poder desvanecerme en el vaho de su luz muerta. En cambio, el fuego de las mañanas me acerca al final. Penetra en la sangre evaporando la materialidad que me identifica. Entonces, mi ser recuerda la conflagración a la que estoy expuesto, sin poder acceder a una justa honorable. Esa luz es una pulsación dolorosa. Rememora lo inexorable del olvido. Me convierte en su fruto y en su crimen.
Siento que esa oscuridad quieta de las noches me comparte enmudecido. Es mi aliada en ésta vicisitud de astros que imagino llameantes, pero que sólo atestiguan retazos mortuorios que vagan áureos, más allá de la comprensión que impregna la conciencia. Cada noche es un oasis donde los hombres apaciguan sus angustias; y el tiempo, en forma de fuego vivo, deja paso a lo que debió ser el cosmos antes de estar indagado por los primeros ojos que lo contemplaron.
Las ciencias y las religiones son actos de fe. No podemos acudir a la metafísica para explicar el sentido temporal de la existencia sin caer en la fe. Su explicación a través de la percepción sensorial de la finitud se yergue en el patrimonio que ostenta en forma exclusiva, dentro de la naturaleza, el ser humano. El fundamento de ella, en función de la fe, no explica la angustia que trae la realidad histórica de la muerte. Tampoco lo puede realizar la ciencia, la cual confluye con la fe en un punto en que toda la realización humana se enfrenta al misterio de la fenomenología de su conciencia.
En la angustia que trae la realidad histórica de la muerte se encuentra la respuesta. Pues: quién es el que siente angustia?A quél que vislumbra otra posibilidad, aquél para quien la muerte es un escándalo, es aquél que se sabe no mortal, por eso ve la muerte como un escándalo. Si fuéramos seres totalmente mortales, no podríamos siquiera concebir ninguna otra posibilidad. Me rebelo contra la muerte, porque, intuitivamente, sé que soy inmortal.
La existencia de la conciencia no es una cuestión de fe. La existencia de la conciencia es una certeza, más cierta aun que la existencia de las cosas materiales y todas las demás cosas. «Yo existo y tengo certeza de ello» es la única verdad indiscutible. Y ése es el piso sobre el cual construir todo el edificio de la realidad. La explicación más coherente que yo he encontrado al misterio de la existencia, es que existe una Comciencia Universal que por su poder trae todo a la existencia y lo mantiene funcionando, y que nosotros somos «terminales» individuales de esa Conciencia Universal. Para esto no es necesaria «fe», si por «fe» entendemos la creencia en la existencia de algo que no podemos ver. Por el contrario, para «ver» a la «Conciencia Universal» hace falta justamente, abrir los ojos y VER la complejidad de la realidad existente y sus infinitos niveles y preguntarse cuál es su causa. Y respecto a la existencia de la propia conciencia, es una verdad autopostulante. Quienquiera diga «Yo existo», existe. Y abandonar nuestro cuerpo-mente en lo que llamamos «muerte» no significará desaparecer , sino crecer hacia la Conciencia Universal. Lo que desaparece es nuestro ego, nuestro cuerpo, nuestra personalidad, nuestra mente, Ana Jachimowicz. Mi ser esencial, liberado de su cuerpo-mente limitante, se expande hasta ser la Conciencia Universal.
Cuando la vasija que está en el fondo del mar se rompe, el agua se mezcla con el agua.
Afectuosamente,
Ana
No hemos sabido asumir nuestro fracaso. Vagamos en busca de ser felices. Nos convencemos en ser el sol y el centro del pequeño mundo que nos contiene, idealizando proyectos y ejecuciones. Inevitablemente nos encontramos con nuestras emociones y en ese instante volvemos al barro. A las necesidades de esta tierra rayana en el fango. En esta circunstancia infausta ya no nos exculpan las ambiciones a la que nos obliga la desesperación existencial. Descendemos a las cavernas. Con esta actitud nos creemos vigentes. Esa es la batalla del ser humano contra su propio espectro, ya que lucha sin tener contrincante. Desprovisto de antinomia, avanza imaginando un objetivo al cual alcanzar, contando con la misericordia del destino y el fervor entregado a la contienda. Se mantiene seducido por esa utopía que imagina en la trascendencia de la lucha emprendida y en la recompensa que fabula para justificar sus días.
Querido Jorge:
Me permito responerte con este relato autobiográfico del pensador alemán contemporáneo Eckhart Tolle:
““Hasta los 30 años, viví en un estado de ansiedad casi continua, salpicada con períodos de depresión suicida”.No puedo seguir viviendo conmigo mismo”. Este era el pensamiento que se repetía continuamente en mi mente. Entonces súbitamente me hice consciente de cuán peculiar era este pensamiento. “¿Soy uno o dos? Si no puedo vivir conmigo mismo, debe haber dos: el ‘yo’ y el ‘mí mismo’ con el que ‘yo’ no puedo vivir”. “Quizá”, pensé, “sólo uno de los dos es real”.
-Esa noche ocurrió una separación entre la voz que era la corriente incesante de pensamiento y el sentido de mí mismo que se identificaba con esa voz, y una sensación más profunda de mí mismo que más tarde reconocí como la conciencia misma, en lugar de algo en lo que la conciencia se había convertido a través del pensamiento.»
El humanismo es una materia pendiente que, quizás se pueda adquirir, cuando este hombre se transforme en un ser espiritual, si es que le queda aún tiempo para poder realizarse acorde a su conciencia relativa. La razón no lo ha salvado en este punto existencial, sino para volverlo trágico. Ella es parte del quantum de conciencia como una posibilidad de conocimiento de vida, no de la salvación de su propia conciencia. La voluntad de permanecer colisiona en continuo con la realidad de su muerte. Esta confrontación incesante lleva a pulsiones. Ambas, permanencia y muerte, nacen de su miedo. Miedo a la muerte. Estas pulsiones originan la lucha por la vida; con el eros en la esfera instintiva; con el poder en las creencias. Si esta voluntad viene de un misterio, de un orden impuesto en contra de la posibilidad comprensible humana, quizás encuentre una puerta que justifique su existencia, su metafísica. Si parte del miedo, entonces su estado es la misma esencia incompleta que lo define. Y la puerta se cierra. Sólo queda al final el silencio de Hamlet, con el que miramos la obra del cosmos en su deconstrucción permanente del vacío. Al decir de Leopoldo Torres Agüero: “el Silencio, el Vacío, la Nada. O sea el Todo”.
Hola Jorge!
Expongo a continuación mi visión acerca de estos temas.
Para mí el ser humano (tanto hombre como mujer) ya es un ser espiritual, pues considero «espiritual» la capacidad de sospechar («ver») lo no perceptible (lo «espiritual»). Tanto es así que ésa es la única característica que con seguridad no compartimos con nuestros demás compañeros animales. «Si ves un chimpancé con un amuleto colgado del cuello, sospecha!», decía mi querido profesor Romeo César.
Coincido que la mera razón, en este punto, no alcanza, pero la realidad es que puede llevarte, o bien a la sensación del absurdo existencial (Sartre, Camus), o bien ser un dedo que señala más allá de sí misma (Teilhard, Marcel, Einstein, Planck, etc.)
La voluntad de permanecer es la autopercepción de nuestro ser real como presencia inespacial e intemporal. Si nos identificamos con nuestra personalidad/cuerpo, colisionará siempre con la realidad de la muerte de éstos, que son espacio-temporales. El cuerpo-mente tiene miedo, pues se sabe finito, vulnerable y transitorio. La presencia interior que somos no, pues se sabe eterna. Considera los niños, que aún no se han «enterado» (la sociedad no los ha convencido) de que son mortales, cómo se saben inmortales. Para ti mismo, la muerte es un escándalo, pues tu verdadero ser se rebela contra esa afirmación. Si fueras realmente mortal, de dónde se generaría tu pretensión de inmortalidad?
Por otro lado, es cierto que la vida es lucha, pero también es goce, celebración y éxtasis. El Universo constantemente construye y deconstruye, y se goza en ello, como se puede verificar observando una orquídea o un ave del paraíso.
Y efectivamente, la Vida o el Ser no se identifica con sus manifestaciones. Es lo que permanece, manifestándose en múltiples formas cambiantes. El Budismo lo identifica con la Vacuidad, el Vacío, pero se trata de un vacío de objetos, no un vacío de Ser. Por el contrario, es el Ser preñado de mundos, el Pléroma del Gnosticismo.
Por ello coincido con la cita de Torres Aguero: «El Vacío, la Nada, o sea el Todo.»
Arazo fraterno
Paz y luz
He sido perseguido por la vida, por denunciar de ella su falsía. La acumulación de soles que no existen; la perversión del tiempo que siempre mata. La excusa del amor que agita las vigilias; devorarnos el destino con la solemnidad de la esperanza. Querer transformar la razón en un encanto; condenarnos a la añoranza en el descanso. Abrumar con el tedio y la ignorancia; ser impotente en vísperas de la desgracia. Creer que sin deseo solo puedo ser extraño; andar de cadáver en plena existencia.
He sido culpado por la vida por no tener la emoción que solo engaña. Y ella me ha condenado como a todos, dejándome sin nada.
He hablado con la vida y ella me ha dicho: todo es virtual, salvo la desgracia.
Querido Jorge:
Buscar lo permanene en lo transitorio está obviamente condenado al fracaso. Pero lo transitorio, por su misma naturaleza, es un dedo que señala a lo permanente para quien se anima a verlo.
Por otro lado, respecto a la carencia de deseos, claramente serás un outsider en nuestra sociedad occidental cuyo desarrollo se basa en el consumismo.
Pero también es cierto que sin deseos estarás en buena compañía: la de todos los grandes Maestros Espirituales, notoriamente Buddha y todo el Advaita-Vedânta.
Abrazo fraterno
Paz y luz
A través de las vidas desgarradas en cada uno la existencia va explorando todas las posibilidades humanas de justificación, todos los actos de fe, todas las ficciones. Su narración testifica que ellas no son novedades, sino recreaciones de un mismo escenario en la que el hombre se halló con una conciencia que lo mira desde su propio espejo: el intento de escapar del reflejo que lo contiene sin poder hallar salida al destino de su condición
Yo, espectador circunstancial de esta existencia, sin concesiones místicas, en la que se transparenta la naturaleza oculta y también consciente del hombre; puedo dejar un sentimiento que extienda un instante más esta agonía de la naturaleza humana. Puedo decir: no quiero amar a la razón. Sólo quiero utilizarla hasta el límite en que los afectos no se hieran ni se pudran. Hasta el sitio en que el dolor sólo sea necesario a nuestra terrible condición y no ser nosotros una condición indispensable para que el dolor fluya.
La existencia se va gozando a sí misma en todo, en las pequeñas y grandes creaciones artísticas, científicas, tecnológicas, en el juego, en el amor, en el odio, en la belleza y fealdad, en todos los opuestos. El juego de la vida es gigantesco, pavoroso, mistérico y maravilloso. Hay dolor y hay goce; hay tristeza y hay éxtasis. La Existencia todo lo quiere explorar. Hay horror y sublimidad… Sólo la razón no admite la coexistencia de los opuestos…
¡Cómo no poder prolongar la placidez de la inconsciencia hacia la turbulencia de lo mundano! Empapados de esa quietud indiferente que destila el abismo. Emancipados de toda atadura a los lugares y a las personas. Ser desgarrados únicamente por el hálito a olvido que declina sobre nuestros cuerpos al devolvernos a la luz de las mañanas. Permanecer liberados de la tierra para ser algo de esa nada fundacional. Aquella que debió tener el mundo antes de tener conciencia.
Querido Jorge:
Dice el Divino Mercader: «Vende la ‘placidez de la inconciencia’ y compra la ‘paz de la Conciencia Cósmica’!»
“Dicen que antes de entrar en el mar, el río tiembla de miedo, mira para atrás, para ver su recorrido, para ver las cumbres y las montañas, para ver el largo y sinuoso camino que abrió entre selvas y poblados; y ve frente a sí un océano tan extenso que entrar en él solo puede ser desaparecer para siempre. Pero no hay otra manera: el río no puede volver, nadie puede volver, volver atrás es imposible en la existencia. El río precisa arriesgarse y entrar en el océano. Al entrar, el miedo desaparecerá, porque en ese momento sabrá que no se trata de desaparecer en él, sino de volverse océano…” (Khalil Gibran, Líbano, 1883-1931)
Abrazo álmico!
¡Sí no tuviese “yo”! ¡Sí pudiese transcurrir como la materia más elemental o las criaturas sin conciencia predeterminada de destino! Entonces me entregaría a este sol y al delirio gris de los hombres y no tendría temor de ejecutar las pasiones. No necesitaría soñar o escapar de la realidad. Sería capaz de transitar la historia sin prejuicios y llegaría al futuro sin fraudes.
Querido Jorge:
No te aferres a tu yo chiquito, tu yo psicofísico, el yo de tu personalidad, «Jorge Trainini» o «Ana Jachimowicz»… Descubre en ese YO que aúlla su dolor en ti, la YOIDAD que es la misma en todos y en todo, y que no es otra que la Conciencia Universal.
«Lo que ‘nació’ ‘morirá’ a su debido tiempo. (…) En su momento, este aparato psicosomático concreto se deteriorará y será dado por ‘muerto’. La conciencia que está dentro de aparato quedará liberada para fusionarse con la conciencia inmanente que todo lo abarca. (…) YO he estado siempre presente, absolutamente. De hecho, MI AUSENCIA RELATIVA SERÁ MI PRESENCIA ABSOLUTA.»(Nisargadatta Maharaj, India, 1897-1981)
Huyo de mi propio destierro hacia geografías tan desoladas como ésta. El camino está lleno de nosotros con las mismas emociones y sentimientos. Sin embargo somos diferentes, sólo nos une la compasión a la que somete esta tierra. Las partículas que nos componen seguirán su derrotero en una transmutación continua.
Desprovistos de toda memoria los hombres parecen imaginarios. Sólo es real el nacimiento y la muerte. Luego ilusionamos la vida para poder continuar. Por eso conmueve la muerte hasta las lágrimas. Dicen que estoy vivo, si todo está muriendo.
«Ojalá pudiera mostrarte
En tus horas de oscuridad y soledad
la asombrosa luz
de tu propio Ser.» (Hafiz, Persia, s. XIV)
Es difícil describir cuando el sufrimiento no halla refugio. El pensamiento es un oleaje que golpea en las orillas de la conciencia pero no encuentra la palabra clave, la que libera, simplemente porque no se halla reconocida por el hombre. Ese dolor, esa emoción –vibración interna del vacío- no parece corresponder a ningún dolor habitual. Ese golpeteo consciente se asemeja al llamado continuo del verdugo ante su víctima. No hay por donde escapar de la nada que nos ofrece ese momento. El sufrimiento es la génesis de una caída sin referencia final, un descenso en que la causa lo acompaña para evitarle un instante de paz. Incluso este pensamiento representa unas pocas palabras que se diluyen sin mitigar un ápice al dolor, en una contemplación de verlo estrellarse ante el destino. A veces como un consuelo final sólo se puede esperar qué hay detrás de él. Y hoy parece ser una de esas circunstancias.
No te quedes con el pensamiento en las orillas de la conciencia! Sumérgete en ella por entero, olvida las palabras y fusiónate en el océano de paz de la Conciencia Universal!
La nada de objetos es la plenitud del ser, pléroma pletórico preñado de creatividad: es la Sagrada Nada, Nada objetual, puro Ser, pura Presencia que te contiene en su seno…
En esta noche, de las más tristes que ha pasado en mi vida, solo puedo decir:
No puedo condenar a mi semejante. De la misma manera no estoy obligado a evitar sentirme fracasado, más, creo que es mi mayor conquista sentir que he sido vencido por el fundamento de lo que soy. Me embriago en mi propia derrota, desprovisto de ese estado, mezcla de orgullo y temor que ha mantenido la lujuria de la creación.
Ya no nos cuesta morir, cesar la imaginación. Después de la aparición de la conciencia, todo aquel que no la ostenta está muerto, aunque insista con el cuerpo. Solo ella desaparece y fracasa en este vacío de la materia que cambia para perpetuarse en un universo inútil. La conciencia es el único atributo vívido instalado en alguna parte de este cementerio infinito.
Querido Jorge,
sólo puedo empáticamente acompañarte. Tu dolor existencial resulta inconmensurable…
Pero no puedo dejar de observar que estás ahí a un paso de la maravilla y el misterio. Esas dos cosas que mencionas, la conciencia y la materia organizada, has elegido despreciarlas y tacharlas de «inútiles»; lamentablemente, ésa es una decisión existencial que, en mi humilde opinión, lleva tu vida a la desesperación.
«Quedate algunas noches despierto hasta el amanecer,
Como lo hace a veces la luna esperando al sol.
Sé como un balde lleno elevado hacia la luz
por el túnel oscuro de un pozo.
Algo hace desplegar tus alas. Algo
Hace desaparecer el aburrimiento y el dolor.
Algo llena nuestra copa delante nuestro.
Y sólo saboreamos sacralidad. «(Rumi, Persia, s. XIII)
El hombre ahora lo asimila. Comprende que no hay árbol de la vida custodiado por querubines ni jardines paradisíacos. Tampoco los fuegos al acecho de los cultos, de las culpas. Perdió los miedos que lo sujetaban a una existencia de prejuicios. El temor a los castigos se le vuelve quimera. Ya no más pánicos ante las revelaciones divinas. Se avizora en el quehacer de los hombres. Nos hemos acostumbrado a tolerar a los muertos y vivir es un error anunciado. Estamos cercados por las emociones y en la mejor de las posibilidades, abandonados hacia el destino. Cada uno de los sentimientos se transforman en una alquimia entre la necesidad, lo prohibido y lo mágico.
Este fracaso de mi ser me desata de los prejuicios. Quiero salir a saciarme de pecado y liberar a mi existencia de las emociones de los demás. Quiero ser “yo” el que las tolere y las sepulte. El que las nazca y las redima. Una sola lágrima derramada por ellas resume todo el calvario humano y ante cada una Dios es una anécdota. No hay pretexto alguno entre el fracaso del hombre y la astucia de Dios.
“Nada arde en el infierno, sino el yo” (Theologia Germanica, Anónimo, Alemania, s. XIV)
Me he pasado la existencia en esta necesidad de perpetuarme. Mendigando cada día detrás de episodios intrascendentes con el exclusivo fin del consuelo. De sentirme sin futuro para soportar un nuevo amanecer. ¿A quién recurrir para tolerar las emociones? Ellas no dejan de ser semejantes en todas las vidas, se mimetizan en todos los seres. En esta encrucijada la ignominia nos alcanza sin excepciones.
Soy un fracasado sin contienda. Enajenado a una circunstancia inútil sin la posibilidad de entablar una lucha. ¿A quién combatir? No me sirvió la paciencia ni la humildad para tolerar esta situación. Como a mis ancestros se me quitó con el destino establecido la posibilidad de hacerme cargo del “yo”. En algún momento dejaré de pertenecerme. No me queda otro recurso que la indiferencia. En la quietud de mi ser evito alinearme con la farsa o trepar a la perfidia que nos hizo humanos.
Hola querido Jorge,
«Me he pasado la existencia en esta necesidad de perpetuarme. Mendigando cada día detrás de episodios intrascendentes con el exclusivo fin del consuelo.»
Acá debo decirte dos cosas, que me gustaría decirlas simultáneamente, pues ambas son igualmente importantes. Pero como no podemos, la diré una tras otra. Por un lado, sé por Jorge L. que has descubierto nada menos que una estructura desconocida del órgano cardíaco, a la que has puesto el nombre de «fulcro». Eso puede ser considerado un «episodio intrascendente»?
Pero por otro lado coincido en que lo trascendente que buscas no lo encontrarás en nada de este mundo donde todo es cambiante.
Lo trascendente que buscas es tu propio YO real. No Jorge Trainini, sino la YOIDAD que es la misma en todos.
Es ésa que está hablando cuando dices: «hacerme cargo del ‘yo'». Quién está hablando? El primer YO, tu YO REAL, la YOIDAD , quiere hacerse cargo del pequeño yo «Jorge Trainini». Por qué no lo dejas? «En algún momento dejaré de pertenecerme». Por favor reflexiona: quién está hablando?
Allí se encuentra esa «quietud de tu ser» que ya has encontrado! Nada de este mundo te satisfacerá, porque todo es impermanente, y a tu YO real sólo le interesa lo permanente, porque Él mismo es permanente!.
Tu propia insatisfacción respecto a lo impermanente de este mundo es la prueba de que TÚ eres permanente.Lo único permanente, lo único perpetuo, es tu sensación de YOIDAD, tu único YO real, que además todos compartimos y que, si le hemos de creer a los místicos, es el propio YO del Universo todo.
«Respirar el aire, hablar, pasear / Ser este increíble Dios que soy / Oh maravilla de las cosas / aun de las más pequeñas partículas / Oh espiritualidad de las cosas / Yo canto el sol al alba y a la tarde / o como ahora, en el crepúsculo / Tiemblo, conmovido por la belleza y la sabiduría de la Tierra / y de todas las cosas que crecen sobre la Tierra / Y creo que una hoja de hierba / No es menos que un día de trabajo de las estrellas / y digo que la Naturaleza es eterna / la gloria es eterna /Alabo con voz extasiada / porque no veo una sola imperfección en el Universo / No veo una causa o un resultado / que al final sea malo . / Y ante la pregunta : ‘qué hay de bueno en todo esto?’/ La respuesta es : ‘que tú estás aquí, que existe la vida, que estás vivo,que el potente espectáculo continúa / y que tú puedes contribuir con un verso tuyo.» (Walt Whitman)
Que el Universo existe hoy como Jorge Trainini, descubridor del Fulcro para la humanidad.
Abrazo álmico
Camino por la tierra. Ya he dejado de creer que es un pasaje al cielo. Hemos sido engañados por la bóveda celeste. El infinito de sus cúpulas abismales no alberga refugios ni misterios. El único matiz que las vuelve diferentes es la conciencia del “yo”. Esta circunstancia nos ha convertido en fracasados. No hemos sido vencidos en ninguna batalla, solo se nos ha endilgado la conciencia de este ser, que ya asumió su veredicto de fracaso, con la alquimia del progreso que nos devuelve al primitivo instinto del viejo cerebro oculto bajo un manto de intelectualidad.
Esta tierra refleja lo que soy. Y huyo como todos con el intento de permanecer, pero seremos irremediablemente alcanzados por la historia y el olvido. Hacia atrás solo cambian los nombres en las lápidas. Pero no iremos al cielo imaginado buscando el porqué del fracaso, aunque él se halle inserto en nuestra esencia y también en la antigua alianza con el misterio.
Aquí y ahora, el presente absoluto, es el único lugar donde pueden estar el cielo y el infierno. Sólo el presente existe. Todo es un eterno presente.
«Desde tiempo inmemorial has ido y venido
cortejando este engañoso espejismo.
Desde tiempo inmemorial has huido del dolor
y el derecho al éxtasis has perdido.
Ven, pues, vuelve a la raíz de las raíces
que es tu propia alma.» (Rumi, Persia, s. XIII)
La nada salvadora del budismo solo puede ampararse en la inconsciencia que sucede luego de la muerte. Es una dádiva que otorga la propia conciencia luego del drama existencial. Una condena de muerte anunciada donde los días nos llenaron de miedo para acceder a esa nada. En la aniquilación de esa magnífica obra, tal cual es el hombre, se yergue la nada. Sin prestigio ni memoria, hundida en su propia indiferencia. El hombre no sabe que viene de esa nada, porque cuando tiene conciencia de la existencia, ya es; pero sabe que la nada –post-conciencia entendida- es su aniquilación. La última posibilidad de la conciencia es saber que el ser se entrega a la nada, la cual no tiene representación física en su conocer, pero sí en su sensación.
Esa nada de donde el ser humano surge y a la que vuelve, es la que produce al ser humano? Cuál es la causa de la existencia del ser humano?
III
El pensamiento se consideró siempre de naturaleza central. Sin embargo la periferia del organismo y las percepciones exteriores al mismo establecen una sucesión de estímulos y respuestas. Por ejemplo un sujeto piensa en martillar, la investigación electrofisiológica detecta actividad registrable en los músculos del brazo que se piensa está martillando. Lo mismo sucede al pensar que se está observando un monumento, ya que en este caso, se registra actividad en los músculos del cuello. Hay un pensamiento periférico en la secuencia de la teoría central del pensamiento considerada por lo general a través solo del cerebro. Este pensamiento periférico es uno de los subsistemas que lleva desde la información a la conducta que esta determina a través de la conciencia.
La conciencia es una relación entre mi mente y el cosmos íntegro incluido mi organismo. No se escapa del desequilibrio que la mantiene evolutiva para la singularidad y para la especie. Representa el equivalente funcional de un subsistema que tiene como fin vigilar el funcionamiento del sistema general. La conciencia humana es una variante sofisticada, que en los organismos inferiores determina una irritabilidad ante el medio, en lo organismos multicelulares la sensibilidad y en los superiores lleva a estructuras científicas, estéticas y conductas sociales, en las que la cultura es su valor predominante. En todos estos estratos hay un objetivo: la supervivencia.
II
Superpuestas entre ellas y también con las acciones conscientes, cuando en el tiempo emergen tanto durante el sueño como en el curso de la vigilia.
Durante el sueño, al no haber inhibición de la conciencia, la información que emerge implica estados superpuestos, repetidos, confusos. Se puede ejemplificar con el gato de Schrödinger. En este sistema cuántico el gato se halla, antes de abrir la caja en una superposición de estados. Lo mismo sucede a la información durante el sueño hasta que no se despierte y sepamos la suerte de la información subconciente. La toma de la conciencia por el individuo al despertar permite abrir la caja y acceder a la información del subconsciente para su valoración.
La conciencia inhibe y acomoda la respuesta del organismo al mundo circundante de acuerdo a sus necesidades instintivas e intelectuales. En la subconciencia la información sufre un proceso de entropía hacia el equilibrio final, si no es trasladada a la conciencia en un tiempo determinado, de acuerdo al valor y frecuencia de dicha información seleccionada por la conciencia. Este paso del ingreso de la información desde la subconciencia hasta el nivel central de la conciencia depende de su caudal energético y de la frecuencia con que intenta llegar a la conciencia. La información que ingresa a la conciencia se halla acorde con la necesidad singular de ésta.
Aporto mi punto de vista
La conciencia fue parte de la evolución en el universo. Hoy, a la luz de la física cuántica, se puede presumir que la transmisión de su información se produce a través de paquetes de energía, los denominados cuantos. La información no se emite en forma continua, sino en forma de paquetes de energía. Las conexiones sinápticas se consideran actualmente de naturaleza cuántica.
La percepción, tanto interna o externa, del ser humano tiene su vigilancia continua, consciente o no, tanto en estado de vigilia como en el sueño. Esta conexión del cerebro con lo que lo circunda lo alerta del cambio permanente que significa los acontecimientos fluyentes. El ingreso a la conciencia y por ende la respuesta, tienen su punto de ingreso a través de la subconciencia que ostenta características de continuidad, de permanente alerta. Este primer nivel actúa como una recolección de todas las sensaciones internas y externas.
Sobre este nivel de acumulación subconciente, en la mayoría de las veces poco advertidas por la capacidad vigil del individuo, algunas pasan al nivel consciente, desde donde se producen las acciones que significan las respuestas del organismo ante el medio ambiente y la sensibilidad interna corporal. En última instancia la conciencia inhibe la mayoría de estas acciones, es decir selecciona aquellas que desea y necesita afrontar. El resto queda en la subconciencia, en el olvido o latentes.
La conciencia está para pensar los límites. De le eternidad, de la desesperación, del afecto. Si vamos hacia su interior hallaremos el límite al cual pertenecemos. Hacia afuera solo lleva al sufrimiento, a la angustia, a la ignominia. Sólo a través de la vida llegamos a la muerte. Es el misterio de los dioses. Somos una continua transformación que intentamos negar en nuestra conciencia. No asumimos que somos hombres como lo asumen los pájaros, las hojas, los árboles. Quizás tenga culpa el misterio de intentar un límite de conciencia superior al que podríamos tolerar. Nadie sabe si la muerte es un sueño. Tal vez, el más prolongado. Tal vez, sin la materia. Tal vez en el lado opuesto del misterio.
Hola Jorge!
Parece que Hay aquí una tajante cuestión de terminología; para mí la Razón es la que establece límites, mientras que la Conciencia es la que anhela lo Infinito…Y en el interior de mi conciencia es justamente donde encuentro la paz que no hallo en el mundo exterior.
Y también veo a la muerte como entretejida a la vida… Son las dos caras necesarias de la transformación, en un planeta donde todo lo material debe ser forzosamente reciclado, pues no hay aporte exterior de materia. Pero lo que cambia es un dedo que permite distinguir mejr lo que permanece. Paz y luz!
El hombre con las palabras cubrió al mundo de apariencias, lo salvó de la nada, pero no hay vocablo que tenga la consistencia de una lágrima ni el estremecimiento de la emoción. No serían capaces de reflejar el desgarro del alma, el desaliento en la enfermedad, la desolación ante la muerte. Nada en el universo grita el estrujamiento que puede la conciencia. El miedo no refleja la magnitud que alcanza el dolor. El temor anuncia, el sufrimiento se siente en la carne, lacera sin compasión. Las apariencias del esplendor que nos rodea es la seducción de un impostor de señales que tiene al tiempo de verdugo. La admiración por esta naturaleza engaña, está sembrada de muerte y se alimenta de ella. La tierra fue abonada por la materialidad de la carne y el espíritu de la lágrima hasta ser convertido en el inmenso cementerio de la inocencia. ¡Cómo ir contra el tiempo y su malignidad de victimario! El Creador y el Tiempo son absolutos inexpugnables, imposibles de poder ser abdicados en su eterna siembra de muerte. Por lo irreversible que implica esta historia el hombre asume el drama de su inhallable sentido en el cosmos. Este estado lo somete a las apariencias y solemniza el esplendor de la belleza cruel del universo. Y hace abstracción de la sangre que riega permanente esta tierra corrompida por dolor en el que el hombre nace, imagina y muere sometido a la atrocidad del tiempo.
Suelo caminar de noche cuando la soledad se vuelve apretada y no es distraída ni por los ruidos ni los transeúntes, todo aquello que invade al silencio y abroquela las intimidades detrás de los ojos extraviados. Cuando el sol se escapa y el tiempo es un pájaro quieto con sus alas azules desplegadas, la soledad aflora en cada rincón de la oscuridad y se hace evidente en las pequeñas luciérnagas del universo. En ese contraste que establece la conciencia contra la soledad puede advertirse el drama del hombre. La lágrima humana es la única que puede adjetivar con certeza el espíritu de esta creación. No hay palabra para tan bella desolación. ¿Por qué los dioses abandonaron este mundo? ¿No se les estrujó el corazón al levantar vuelo y dejar atrás a la historia? ¿Por qué dejaron al hombre sin la posibilidad de luchar por otro destino? El Creador se eleva hasta el infinito atormentado por tantos sufrimientos cobijados en el hombre. Una inmensa sepultura que nadie jamás podrá atestiguar, salvo esa lágrima nocturna de algún errante solitario bajo un laberinto celestial de claridades moribundas. En esa evaporación entre materia y ensueño mis pasos tienen la virtud de llevarme al cansancio, en donde lo más virgen de la conciencia parece ser infinita. Y lo que es nada se vuelve dios en esa percepción que todo está por hacerse por sobre los sufrimientos bajo la mano de un hacedor que aún no inició su obra. En este estado hallamos la arqueología de la conciencia.
A nuestro Camus argentino:
Aunque no la comparto, vibro ante la desgarradora belleza de tu cosmovisión, y la lucidez, valentía y poesía con que la describes. Abrazo fraterno.
Querido Jorge,
al leerte no pueden dejar de resonar en mí las palabras de PAscal: «Misére de l´homme sans Dieu». Por qué no puedo mostrarte la inmensa prodigalidad de la Vida mezclada con la Muerte? LAs hojas, las flores, las aves, aun el mosquito que tanto nos molesta ahora son una maravilla de mecánica, diseño e inteligencia. No ves la mano del Divino Arquitecto en ese corazón que tanto has estudiado?
Efectivamente, lo perenne que reclamas no se encuentra en el mundo de lo espacio temporal, sino precisamente en ti mismo, ése que que está reclamando lo imperecedero. Busca la eternidad en tu interior!!!Es lo que eres.
Para mí razonar es solo una de las facultades que brinda la consciencia y tiene sus límites como acompañante hacia una comprensión más abarcante de nuestro papel en la inteligencia del Cosmos y en el desarrollo de nuestras posibilidades como seres infinitos. Veo un error enarbolarla como criterio absoluto en este plano y el desecharla del todo en el camino hacia la Trascendencia.
Hola Lucas!
Coincido totalmente con lo que decís… La razón es muy útil para el conocimiento utilitario, pero insuficiente para el conocimiento sapiencial. Si bien no la descartamos para evitar «comprar buzones» como decimos en Argentina :-), la Naturaleza Creador nos ha dotado de muchas otras facultades: la corporalidad, la imaginación, y sobre todo, en lo que al ámbito de la Metafísica se refiere, de la intuición, o contacto directo. Gracias por contribuir a darle vida a este sitio!!! Paz y luz!
Que maravillosas reflexiones entre 2 grandes pensadores , la Dra. Ana Jachimowicz y el Dr. Jorge Trainini, con dos plumas exquisitas que hacen la lectura de sus múltiples comentarios un enorme placer.
En sus reflexiones se reflejan 2 cosmovisiones muy distintas.
El eminente cardiocirujano nos entrega desgarradoras descripciones de un mundo dentro del espacio- tiempo en el que convivimos diariamente, mientras que la Dra en filosofa mística , sin desacreditar la razón realiza un salto del mundo relativo a lo absoluto, con una visión más esperanzadora.
Son 2 paradigmas distintos que si los podemos integrar nos pueden dar algunas de las respuestas que necesitamos para encontrar la paz interior en nuestros corazones
Gracias a los dos por compartir sus visiones.
De humanistas y humanicidas
El hombre pierde progresivamente su identidad en manos de una sociedad materialista basada en la inmediatez, en el pequeño relato, en lo efímero. Foucault y Derrida anunciaron la muerte del hombre, así como Nietzsché lo había hecho anteriormente con Dios. Replegada la religiosidad humana como una arista del ansiado humanismo, la usurpación del estado espiritual por movimientos decididamente crueles e interesados no precisamente en el respeto y la dignidad del hombre; la desaparición de salvaguardar el alma a través del diálogo filosófico ¿no constituyeron estas circunstancias la declamada muerte del hombre por los pos-estructuralistas?
Quizás un lenitivo a toda la angustia existencial que el ser fue acumulando en su historia y que, ante el cariz de la posmodernidad que lo encierra con su materialidad, la hallemos en la procacidad con que se vuelca a las representaciones y a las perversiones. La consigna es olvidarse del ser-hombre, solazarse con el ser-instintivo. En este espacio es lógico pensar que lo filosófico-metafísico pierde su lugar, de la misma manera como intenta el hombre ignorar la sombra que invariablemente se le adelanta. Y que en realidad no es divisible de ella, como el cuerpo-mente no puede serlo del espíritu.
La pasión se reprime en virtud de un conocimiento material.
Jorge Trainini
Sí, pero la realidad es que Foucault y Derrida están muertos, mientras que la humanidad sigue, con sus luces y sus sombras, co-creando ciencia, tecnología, filosofía y arte. Y que Nieztsche está muerto, mientras que Dios sigue vivo, creando como Naturaleza todos los seres vivientes que conocemos, y los que aún no conocemos.
Es cierto que la posmodernidad trivializa la existencia humana, pero somos cada vez más los que rescatamos las antiguas banderas de la Tradición Unánime de los Místicos de todas las tradiciones: ya no nos queman en las hogueras, ni nos persiguen, y nos sacaron del catálogo de las enfermedades mentales… Sólo nos ningunean… Pero en mi experiencia, hay un semillero de jóvenes que empiezan, cada vez más jóvenes, a ver el Espíritu inmerso en la Materia…
Soy un hombre al arbitrio de las sombras que me escrutan, colmado de memorias antes del olvido, con sus heridas abiertas destilando la angustia de lo perdido. He llegado a las cimas de comprender lo absurdo de la existencia. Ya no me pregunto dónde ir. Todo es indiferente y monótono como un día sin extremos en que no hay espera, solo quietud. He llegado a un punto en que parece que no haya existido. Solo el último aliento me recuerda que solo soy un instante de una existencia nacida de la nada a la que se regresa, pues está escrita al momento de ser.
La vida es una tragedia disimulada por el miedo a perder el ser y la esperanza irredenta de una transformación hacia la eternidad. En este paréntesis de la nada acumulamos conocimientos vanos y absurdos en un intermedio lúdico. Los extremos nos están prohibidos. Es lo que sabemos con nuestra relativa conciencia. Apenas vislumbramos un espacio-tiempo cercado por nuestra conciencia relativa. Más allá yace el miedo camuflado de mito.
Querido Jorge:
En primer lugar, quiero compartirte mi admiración por tu forma de expresarte. Escribes como los dioses (en los que no crees :-))
Qué absolutamente precisa y lúcida tu descripción del existencialismo y la Filosofía del Absurdo! Tu Razón es un escalpelo implacable con el cual analizas la Existencia de la personalidad psico-física en esta realidad espacio temporal.
Me duele tu sufrimiento existencial intolerable. Por ello me permito hacer esta reflexión:
En la India, el tantrismo llama al corazón «Anahata» , el «no tañido», o sea como un tambor que suena aunque nadie lo tañe. Tú que eres un especialista del corazón, te pregunto «POR QUÉ LATE EL CORAZÓN?» (No «cómo», sino «por qué»).
Y finalmente, más radical, con Leibnitz: «Por qué hay algo y no más bien nada?»
Abrazo de alma
P.S.: Desde mi paradigma, que sé diferente del tuyo, te digo:
La existencia misma de esta Tierra, esta pecera de aire con temperatura homeostática y composición del aire exacta para nuestra vida, manteniendose por un complejo mecanismo de bacterias marinas e intercambios gaseosos, navegando en un espacio helado y oscuro en el que no sobreviviríamos un segundo, repleta de formas de vida minerales (sí, quién dijo que los minerales no tienen vida?), vegetales y animales que trasuntan una creatividad prodigiosa, no es un dedo que apunta a algo mucho más grande que nosotros, de lo cual formamos parte?
Qué más podría hacer la Realidad Fundante para llamar tu atención?
Se deduce que esta biología que ostentamos es inadecuada a la estructura síquica de saber del tiempo y de la muerte, la cual se refugia en el cuerpo, el que desaparecerá sin dejar rastro de la misma conciencia. Esta es una tempestad que nos aleja de aceptar el destino y nos precipita hasta ser ahogados por la luz de la que parecemos ser partícipes. Sin embargo intentamos poseer una calma que nos cobija y disfraza, ignorando nuestra propia memoria colectiva. Nunca pensamos en nuestra muerte en una dádiva del misterio, que nos arroja lejos de la luz, a la más profunda tempestad.
Entonces están los que intentan huir de la tempestad mientras invariablemente todos son arrastrados hacia ella. Es un espejo del propio destino en un juego de la desmemoria de la conciencia, la que es conducida a la nada sin que pueda ser escuchada en su grito, aunque sea inútil, aunque solo revele la impotencia de la ignorancia.
El hombre no asimila que el misterio no se halla al final de sus vidas, sino dentro de ellas, en ese paréntesis de la nada, entre el nacimiento y la muerte. Es fruto de su vigilia existencial desmembrada de la materia, del yo más profundo que lo vuelve un animal descarriado, el que oscila entre la obligación de su comprensión y el oscurantismo de su vida.
Hola Jorge!
Me conmueve por empatía tu sufrimiento existencial.Sin ánimo de convencerte de nada, me importa señalar los puntos clave que hacen que mi paradigma difiera del tuyo.
Tú dices:
«esta biología que ostentamos es inadecuada a la estructura síquica de saber del tiempo y de la muerte». No te sorprende esa inadecuación? Si fuéramos seres puramente biológicos ni siquiera nos daríamos cuenta de nuestra mortalidad. No te sorprende que la muerte nos resulte un escándalo? La propia mortalidad es rechazada por algo que no se siente identificado con el cuerpo, y por lo tanto no acepta su condción de mortal. Nosotros decimos «mi cuerpo». Quién es el que habla? La propia experiencia del conflicto debería ser reveladora de un hiato entre cuerpo y conciencia yoica.
Esa tempestad a la que te referís y de la que no podemos huir, es la prueba misma del suplicio que nos inflinge nuestra cultura al identificar «cuerpo-mente» y «yo». «YO» es la pantalla en que todo sucede, incluido el cuerpo-mente y su transitoriedad. Como en el caso del movimiento en la teoría de la Relatividad, sólo se puede «ver» lo transitorio desde lo permanente.Lo permanente, lo eterno que somos, sufre y se revela cuano lo quieren convencer de que es mortal.
Cómo estás tan seguro de que venimos de la nada y vamos hacia la nada? Sólo porque esta personalidad no tiene recuerdos ni premoniciones pues no puede ir más allá de sí misma? Con el instrumento de esta personalidad (razón, sentido, memoria, sentimientos) no podemos captar nada que no pueda ser percibido mediante esos instrumentos. Es como en primer libro de Sábato, «Uno y el Universo», aquél que pesca con una red con agujeros de 5 cm de diámetro, dijera que por lo tanto sólo existen peces de más de 5cm.
Coincido contigo que el misterio ya se halla aquí, siempre, en la propia existencia, y en ése que tú nombras como el «yo más profundo.»
Hacer autoindagación en ese «yo más profundo» es el único camino hacia respuestas válidas para cada uno de nosotros.
Paz y luz, compañero de ruta!
Nuestro estado de soledad es definitivo. Es un absoluto el final que está preanunciado. Lo que nos mantiene la esperanza en el mañana, es el desconocimiento de lo que hemos compaginado y llamado destino.
No conocer el futuro hace tolerable cualquier imaginación. La fantasía del más allá, no tiene forma de desmoronarse, por lo tanto invalida todo razonamiento contrario. Nuestro limitado conocimiento del cosmos constituye el mayor obstáculo para desvirtuar la creencia en una divinidad. Ésta no necesita darse a conocer, sino solamente ocultarse en el azar, para seguir vigente en la imaginación de los hombres. “Nuestra pálida razón nos oculta el infinito”, escribió Arthur Rimbaud. Nada recopila tantos adeptos a una causa como la promesa a una vida eterna. El profundo miedo de morir, es soportado sin más atributos ni razonamientos por la fe, que explica todo sin necesidad de nada. El hombre no puede tolerar su soledad. Ésta es una de sus mayores utopías: pensar que un día puede dejar de estarlo.
Llamamos razón lo que sirve para justificar y lograr la devastación total del mundo. Ante esto el espíritu es un refugio que intenta resistir para no ser transformado en algo más aterrador que nuestra realidad que justificamos con la razón.
Ineludiblemente estamos sujetos a esta característica principal de la lucha por la supervivencia, la cual esconde la persistencia humana de entender su paradero terrenal. El pensamiento humano no pude dejar de reconocer esta característica esencial que zarandea los hilos que lo sostienen y que hacen de la vida un despropósito, un riesgo los nacimientos y un sufrimiento el desenlace.
La fórmula entre poder y cultura se halla invertida. Lo explica claramente el premio Nobel francés Francois Jacob cuando expresaba: “no son las ideas de la ciencia las que encienden las pasiones. Son las pasiones las que se sirven de la ciencia para defender su causa”. La razón no alcanza, se vuelve azarosa y circunstancial cuando debe defender el mandato instintivo. Ella va a procurar los recursos que necesita el poder para alimentar su ego, incluso los más refinados, como la ciencia y el humanismo, aceptando de estos lo que le procuren beneficios, más allá de su efectividad. La vida, de esta manera, es una realidad del instante y su aprovechamiento. El mundo se transforma en un mecano y la razón se apoya en la cantidad de poder acumulado. A esto conduce el sinsentido existencial. Todo se yergue en el instante de la realidad espacio-tiempo en que se vive, lo que conduce a la darwinización de cualquier recurso, incluido el avance sociocultural. Hay “olvido del ser” (Martín Heidegger) y el hombre se debate entre el tedio y el terror. El positivismo rígido ha profundizado este efecto, llevando incluso al menosprecio metafísico, cualidad que se halla insertado en la construcción humana. La fuerza directriz de la supervivencia aunada a la mecanización positivista de la existencia cotidiana hace del hombre un ser frustrado, más allá de reconocer los avances que ha logrado desde lo técnico.
El conocimiento científico permite una aproximación a la realidad circundante, mientras que la metafísica amplía la observación del pensamiento más allá de lo reconocible, pero su esencia es frustrante. ¿Hay un avance científico indudable? Esto es certero, pero no ha podido la ciencia y la cultura en general, atadas a un devenir bio-ontológico, dejar aún que el hombre sea un objeto prescindible.
La ciencia positivista ha fracasado en su afán de divorciarse del ancestral mandato de la supervivencia contra el prójimo, lo cual sesga todo el conocimiento a favor de una lucha entre los actores, y no a favor amplio del concepto acaparado. No partir de esta premisa es abordar el pensamiento sobre bases no fidedignas. También, ese mundo mecánico del positivismo ha vuelto de alguna manera al animismo de toda la especie animal al entenderse, a pesar de las distintas conciencias perceptivas, que el sufrimiento es el común denominador. Esta retórica bioantropológica intenta asumirse en contraposición al mecanicismo, el que no deja de ser más compresible y tener un carácter de lucha por la supervivencia que el hombre acepta. El egoísmo genético no deja de estar presenta en la conducta humana a pesar del intento que todos hacemos por maquillarlo.
Aunque se construyera un saber con el conocimiento acaudalado y avancemos en la comprensión, aunque selectiva de la realidad que justipreciamos, no llegaremos a la meta si no evitamos el sufrimiento humano, por lo menos en la realidad que nos asiste con una conciencia relativa, aunque permanezcamos lejos de entender el sentido existencial.
Hay circunstancias determinantes en el ser humano como la definición de un “ser para la muerte” de Heidegger, el desconocido sentido existencial y la interpretación naturalista del pensamiento, con que se interpreta que la razón humana acumula temor a la muerte. Dada esta situación, desde el inconsciente, se vuelve a los lenitivos basados en el egoísmo y el poder, haciendo trizas la evolución hacia el progreso humanista. Aquí hallamos coincidencia entre esta darwinización y la corriente existencialista. En este aspecto, el arte representa el bálsamo a las ambiciones desconcertantes del hombre que ignora evolución cultural.
¿La evolución natural se vio avasallada por los instintos? Evidentemente hay una darwinización de la ciencia al igual que en el campo social y en la metafísica. Todos estos entes son probables recursos para sumarse a la lucha por la supervivencia. Ninguna rama de la evolución humana, fruto del pensamiento, se salva de este carácter ontogénico, hasta el extremo de volver indolora a la ética.
Hola Jorge!
Gracias por tus comentarios siempre tan medulosos y meticulosos que requieren varias lecturas para ser aprovechados en su totalidad.
Qué bien describes el paradigma del Mecanicismo y del Materialismo que avasallan nuestra cultura y cosmovisión en Occidente, llevando al sin sentido existencial y a la lucha despiadada por la supervivencia física.
Por suerte, como tú bien dices , contamos con el Arte como tabla de salvación!
Y yo agregaría también la corriente de la Sabiduría Esencial, que Aldous Huxley denominó «Filosofía Perenne» , que como un río subterráneo recorre todas las épocas y las culturas, aflorando como las tradiciones místicas del Advaita Vedânta, Zen, Cábala, Místicos Cristianos, Sufismo, Budismo tántrico, Espiritualidades Nativas, Shivaísmo de Cachemira y tantos otros…
Ellas nos hablan de la Vida y el Misterio que anidan en nosotros y en el Universo…
Abrazo fraterno!!!!
El fraile Gregor Mendel (1822-1884), del Imperio Austro-Húngaro, trabajando con guisantes estableció las leyes genéticas en que recapitulaba lo establecido ya en el siglo III por el filósofo griego Plotino, quien nos había legado este concepto: Todo está en todas partes. Cada uno es el Todo y Todo es cada uno. En la profundidad del trabajo de Mendel debe verse el concepto de holoverso.
El avance de la ciencia no fue sencillo dado el auge del mecanicismo cartesiano, el cual ejerció una influencia notable dividiendo las partes o componentes de un sistema hasta llegar a la fragmentación, el que poco tiene que ver con la organización y función de un sistema. El avance epistemológico de la ciencia ha permitido integrar las partes de un todo en modelos llamados ecológico, holístico y organicista.
Este avance, como toda trasformación, también en el pensamiento ha seguido una alinealidad en que el modelo reduccionista, mecanicista o atomista se ha debatido con enjundia ante el nuevo modelo de autoorganización y sistema. El pensamiento que se ha instaurado actualmente es el sistémico. La conectividad masiva provee la información al pensamiento, el que la moldea para transformarla en idea, en un proceso autoorganizativo. Como la homeostasis de los organismos se halla sometido a un proceso de autoorganización. Son bucles de realimentación propios de los seres vivos (red no lineal).
El cambio fundamental apareció de la mano de la ciencia física en el primer cuarto del siglo XX, pero los primeros pasos se dieron un siglo antes con los trabajos pioneros de James Clerk Maxwell (1831-1879) y Ludwig Boltzmann (1844-1906). A este movimiento se sumaron rápidamente ciencias como la filosofía, ecología, biología y sicología. En este aspecto la medicina ha quedado relegada en la comprensión de que la síntesis ocupa el lugar preferente ante el análisis, porque recrea la conformación de un todo orgánico-sico-socio-ecológico al que pertenece en su integridad cada ser humano. Actualmente el arte médico permanece arraigado en el modelo mecanicista, en que las partes siguen conformando el objeto final de la atención clínica.
Con el viejo paradigma cartesiano se mantuvo aislada la estructura de la función, siendo que ambos constituyen una unidad fundamental en la organización de cualquier sistema. Así, también el pensamiento se ha desintegrado en sus partes, con muy pocas posibilidades de integrarse en un sistema funcional que es en esencia una continuidad autoorganizativa. En el pensamiento como en cualquier sistema fundamentalmente biológico hay un intercambio continuo de la energía con la materia constituyente de la forma, lo cual conduce a la continua transformación del sistema a través del mecanismo de la entropía con posibilidades de fluctuaciones para su preservación.
Estos sistemas denominados de “tercer estado” son los que se hallan lejos del equilibrio en un proceso de autoorganización permanente. Por eso cuando avanza sobre la “física espiritual”, es decir en la comprensión de la evolución sobre el sentido ético de la existencia, lo hace en nombre de asimilar la transformación de todo el universo. En esta adquisición ética se encontraría el bienestar emocional, aunque esta postura no retire al hombre de la angustia de seguir preguntándose por su sentido en la vida. Es simple entender aquí que el libre albedrío sigue siendo una facultad individual del hombre. Y hasta este linde no puede llegar ningún dogma, porque cada conciencia es un acto único y no repetitivo. Imposible de comprender con estadísticas o probabilidades, preserva el libre albedrío en la salud y en la enfermedad. Estamos sometidos a fluctuaciones. A un caos, que aunque tiende a ser determinista, difícilmente pueda predeterminar nuestro comportamiento. El azar es impredicibilidad pero se convierte en uniformidad, como por ejemplo, las partículas de gas en un globo. No hay, en realidad, predeterminación, sino que nos encontramos en una limitación de las gamas posibles de elección. Pertenecemos a un destino abierto desde la evolución natural de la materia, más allá de la conciencia que se juzga infortunada por saber del tiempo y de la muerte. Este mecanismo en el estado de consciencia humana implica un proceso del pensamiento basado en la autorregulación lo cual genera la singularidad en cada individuo.
Esto aún sigue implicando en medicina un claro enfrentamiento con la proposición de René Descartes (1596-1650) quien expresaba: …deseo que consideréis, digo, que todas estas funciones tienen lugar en esta máquina solamente en virtud de la disposición de sus órganos, de forma no menos natural que los movimientos de un reloj. Este juicio se constituyó en parte fundamental de la visión mecanicista que tomó la ciencia y por ende posteriormente la medicina.
La física del Renacimiento se constituyó en parte fundamental de esta visión con Nicolás Copérnico (1473-1543), Galileo Galilei (1564-1642), Francis Bacón (1561-1626), Isaac Newton (1643.1727), encaminándose hacia la cuantificación. Así, el adalid de toda ciencia, incluso las humanísticas, fue el poder legislar con la cuantificación, donde el ser individual, se disipó entre los grandes números. Esto obviamente condujo a una desnaturalización del concepto de sistema. En palabras del siquiatra escocés Ronald Laing (1927-1984): “El programa de Galileo nos ofrece un mundo muerto: fuera quedan la vista, el sonido, el gusto, el tacto y el olor y con ellos desaparecen la sensibilidad estética y ética, los valores, las cualidades, el alma, la consciencia y el espíritu. La experiencia como tal queda excluida del reino del discurso científico”.
Así, se obvió la síntesis en donde residía la esencia del sistema y el análisis se llevó a un desmenuzamiento, quedando de esta manera cuerpo y pensamiento en orillas diferentes. Con los aportes de la física mecanicista la ciencia confió en una concepción matemática. Newton cimentó este pensamiento exacto en leyes que alcanzaron ideas que contribuyeron a explicar los procesos naturales. Un claro ejemplo fue el descubrimiento de la circulación de la sangre por William Harvey (1578-1657), la que incluyó un claro ejemplo matemático para su comprobación.
De este modo el análisis del Capítulo IX de su magno libro “De Motu Cordis” que lleva por título: “La existencia de un movimiento circular de la sangre a partir de la confirmación de una primera hipótesis” nos demuestra que busca la verdad a través de la demostración, considerando tres puntos fundamentales para llegar a ella:
1) La cantidad de sangre que pasa continuamente de las cavas al ventrículo derecho, luego de éste al izquierdo a través del pulmón, y finalmente por la aorta al organismo, es un volumen muy superior a la cantidad de alimento ingerido, el cual produce la sangre en el hígado según el esquema que había imaginado Galeno.
2) La sangre es enviada a las partes del organismo en una cantidad mucho mayor a la requerida. Es inconsistente, por lo tanto, suponer la producción continuo de ella.
3) La sangre es devuelta al corazón circulando por las venas.
En este esquema general inicia Harvey su proceso deductivo. Con respecto a la cantidad de sangre requerida, Galeno decía que la misma, enviada por el corazón, se consumía continuamente en la periferia. Para invalidar este concepto, que Harvey llama la “primera hipótesis”, introduce el método “more mathematico”, o sea el razonamiento cuantitativo en medicina. El cálculo que efectúa se basa en que el corazón late entre mil y tres mil veces -promedio dos mil- cada media hora. Si consideramos que el ventrículo izquierdo tiene una capacidad de onza* y media (47 gr), expulsando en cada sístole un octavo de ese volumen, es decir de una a dos dracmas* (6 gr), podemos inferir que en ese lapso eyecta tres mil dracmas de sangre, unos doce kilogramos. Esta enorme cantidad de sangre no puede ser producida en el hígado a través de los alimentos en forma continua. Como consecuencia de este análisis cuantitativo escribe: “no podría mantenerse en movimiento si no fuera porque camina y regresa haciendo un circuito”.
* La onza es igual a 8 dracmas, siendo el valor de cada dracma de 3.89 gramos.
En una segunda demostración de esta primera hipótesis recurre a la vivisección por medio de la arteriotomía, expresando: “basta para que en el transcurso de una media hora se escape, hasta agotarse, la masa sanguínea de todo el cuerpo”. También aclara que las arterias reciben sangre únicamente a través del corazón y de ninguna manera de las venas.
Posteriormente, más allá del avance sobre los procesos químicos, la idea cartesiana se mantuvo inalterable. El ser humano quedaba reducido a un proceso físico-químico lejos de la aleatoriedad de la mente y su comportamiento.
Las ciencias humanas, fundamentalmente las más creativas, como el arte plástico, la literatura, la sicología, la filosofía y la música mostraron su oposición a este paradigma epistemológico mecanicista. Esto condujo a una reconsideración aristotélica de la forma. Así, lo morfológico alcanzó una perspectiva biológica integral tanto es su evolución como en su función. De la visión de Bertafanly, Battison y Godanov se avanzó con una teoría general de los sistemas, cuyos puntos fundamentales pueden resumirse en:
1. La estructura es la representación de la organización funcional
2. Es independiente de las distintas clases de componentes
3. Toda la organización funcional se representa a si misma continuamente
4. Es producida por sus componentes y a su vez esta organización funcional actúa sobre ellas
5. El sistema actúa como una unidad
6. Forma una red de interacción
Las partes se manifiestan por medio de las otras en un sistema. Esto lleva a una autoorganización continua. Esto condujo a una integración de todo el cosmos. La Tierra pasó a formar parte de lo viviente, si bien este concepto era ancestral perteneciente a distintas sociedades arcaicas, el cual se fue perdiendo con el dogma cartesiano hasta su resurrección en el siglo XVIII.
La aparición de una creciente tecnología durante los tiempos posteriores introdujo el mecanicismo en biología hasta límites insospechados, determinando que la ecuación causa-efecto simplificaba el proceso de la comprensión de las enfermedades. Una auténtica creencia en la visión mecanicista de la vida nos condujo a un mundo reduccionista.
La oposición a este concepto de la organización del universo propició otros desarrollos. Partiendo de la base que el proceso embriológico del individuo implica un incremento en el número celular, doblándose en cada paso, surgió la pregunta de este análisis. Si hay una información que alcanza a todas las células en un principio de identidad al dividirse por partición ¿qué hace que empiece una célula a latir y a diferenciarse para constituir un corazón? Esto no parce ser claramente mecanicista. Aquí hace su aparición el concepto vitalista que si bien sustenta que el todo es la suma de las partes, hablan sus cultores de un principio no físico para la comprensión de ese “latido del corazón desde la nada”.
Si bien los organicistas desconocen un principio vital, aseguran que hay una organización suprayacente, una matriz de autoorganización que explica la esencia de la vida. La organización debe verse como el nuevo concepto de función. Implica el paso del pensamiento mecánico al sistémico. La misma contiene: configuración, relación y ordenamiento. De este modo, los sistemas vivos o sociales están integrados, terminología que viene del griego synistánai, que significa reunir.
Obviamente lo mismo sucede con el proceso de la mente. El pensamiento es una red. Entre el universo y cada conciencia existe una red sin límites. Solo hay conciencias como nodos fiscalizando redes, dentro de las redes sujetas a flujos de materia y energía. Las relaciones organizadoras pueden pertenecer a los organismos, a lo social y al pensamiento. Hay interacciones entre las partes, las cuales se pierden al diseccionarlo (propiedades de todo). La biología tiene este carácter de organización.
El método cartesiano aún perdura en la ciencia médica. Esta reducción lleva a un punto en que no hay más análisis perdiéndose el sentido organizativo de la estructura. El análisis no resuelve la comprensión del sistema que estudiamos. Se hallan dentro de una organización superior en la que la relación con el resto constituye su fundamento. Es el todo de Plotino, al que se opone el análisis, donde las propiedades aisladas no hacen al pensamiento autoorganizativo.
En la suma de teorías que constituye la física cuántica, a nivel subatómico, vemos probabilidades en formas de ondas. Son interconexiones entre observación y medición. Esto lleva a otras interconexiones y así sucesivamente. La física y la biología presentan analogías sobre su organización, luego del desarrollo de la mecánica cuántica
En los organismos vivos, las partes pertenecen a un todo en jerarquía de sistemas, que van desde la célula al individuo, pasando por los tejidos, los órganos y lo que lleva a la integración entre estructura y organización (función). Aquí podemos incorporar en concepto de Gestalt (integración de las experiencias humanas en conjuntos dotadas de significado), la cual se opone a la fragmentación cartesiana. Lo explicaba Stapp: “Una partícula elemental no es una entidad no analizable con existencia independiente. Es, en esencia, un conjunto de relaciones que se extienden hacia otras cosas”. De hecho, las comunidades de organismos interactúan con el entorno físico, constituyendo una unidad ecológica. Es decir, encontramos en este sistema, comunidad y red. De esta manera hallamos analogía entre comunidades de abejas, hormigas y de los hombres. Lo explicaba Norbert Wiener con estas palabras: “Es sin duda cierto que el sistema social es una organización como el individual, unida por un sistema de comunicación e imbuida de una dinámica en la que los procesos circulares de naturaleza retroalimentadora tienen un papel principal” (Cibernética).
El Pensamiento Sistémico no se encuentra excluido, en su concepto de estructura y red, de las organizaciones biológicas. De esta manera hay una serie de determinantes que los constituyen (Tabla 1):
Tabla 1
Características del Pensamiento Sistémico
1) Es un todo constituido por partes
2) Sus propiedades hacen al conjunto
3) Tiene relaciones ordenadas entre sus componentes
4) Si sus partes se aíslan se destruye el sistema
5) La red que establecen sus componentes adquieren distintos niveles
6) Cada nivel tiene sus propiedades específicas
7) Este pensamiento sistémico no se comprende desde el análisis exclusivo
8) Es contextual, ya que participa de todo el entorno que lo rodea
9) Se halla constituido en esencia organizativa por redes de relaciones
10) El pensamiento sistémico en su continuidad de flujo de materia y energía es un sistema abierto, como tal presenta un equilibrio entre estabilidad e inestabilidad, en donde el flujo de energía es una renovación constante.
Estas características hacen partícipe al pensamiento de las características de los organismos abiertos al flujo de energía, siempre teniendo como fin mantener una estructura estable. Está sometido a una influencia permanente, ya que pensamos con todo el cuerpo, al punto que las emociones tienen impacto en la estructura del pensamiento. Toda la percepción del cuerpo y del entorno interactúa con el pensmaiento, de forma consciente o subliminal a ella. El mensaje lingüístico, que ya hemos analizado en páginas anteriores, es una matriz de organización que guarda analogía con los patrones de los organismos.
Estas propiedades de la teoría general de los sistemas deberían utilizarse para potenciar las transferencias del conocimiento entre distintos campos de la ciencia, es decir lo inter y transdisciplinario. Determina su utilización un ahorro de tiempo y energía en la adquisición del conocimiento como del aprendizaje. Este era el concepto que esgrimían Ludwig von Bertalanffy, Norbert Wiener y Alexander Bogdanov,
La cibernética de kibernetes (timonel) se ocupó de la mente biológica de los campos, de las formas. De aquí parte el estudio de lo cognitivo. Esto condice con un humanismo basado en una ética de la existencia, evitando actuar simplemente con el lado biológico de la evolución sin más necesidad que una matriz instintiva, a pesar que el mismo pensamiento llegue a entender que somos una materia interrelacionada con la energía, una red de pautas que prescinden del mismo pensamiento para perpetuar su ciclo.
Sometido a una conectividad masiva, el pensamiento, sea tácito o experimental, es análogo a la situación del flujo de materia y energía al permitir una autoorganización continua durante el ciclo de vida en un organismo singular. No se puede hacer un reduccionismo del pensamiento hacia una lógica matemática, ya que haría que las ciencias humanas queden desvirtuadas de su necesidad de defender la singularidad humana ante el uso de la masa con esa lógica matemática. Aquí, desde el propio pensamiento, surge un dilema: o el pensamiento es un medio para un fin de una existencia cualitativamente diferente al patrón natural o es simplemente una mayor posibilidad de avanzar prioritariamente hasta llegar a un lugar privilegiado en la perpetuación de la especie.
La conciencia y sus productos (conocimiento y pensamiento) deben construir una ética existencial basada en estas facultades que agrega al flujo de materia y energía que constituyen el universo un sesgo especial de la que este carecía. Ante esto, todas las decisiones éticas se enfrentan en el ser ante su naturaleza instintiva del miedo a la muerte. La evolución, con la reproducción y la supervivencia como únicos objetivos, hace tambalear el contenido ético que debe edificar el ser humano a contracorriente de un instinto sin ética ni moral.
Vida y pensamiento parecen tener una concepción sistémica que en este momento evolutivo confrontan para poder cumplir con sus funciones organizativas. Solo le cabe al pensamiento poder hallar la solución por la complejidad en la sistematización alcanzada, extraña a este universo. Por lo tanto tendrá que tener la sabiduría de interrelacionar contextos separados. Por un lado su propio miedo a la muerte; por el otro elevarse con una existencia ética a aceptar que es parte de la transformación continua del universo. Que es integrante de un flujo de materia y energía, donde la reproducción y la supervivencia no le aseguran la inmortalidad de su propio pensamiento, pero que no debe ir en desmedro de su ética con la especie y el universo, a pesar del miedo que lo atañe a saber del tiempo y de la muerte.
Hola Jorge!
Qué buen análisis de historia del paradigma mecanicista y su influencia en las ciencias. También del paradigma sistémico.
Este comentario tuyo, tan detallado y preciso,podría constituir, a mi entender, un curso de por lo menos un año, de Filosofía de la Ciencia!
Cada frase requiere explicación. Creo que sería muy interesante para los médicos. No lo pensaste?
Abrazo fraterno,
Paz y luz
Hola Jorge!
Otra vez gracias por tus análisis desgarradoramente racionales. Tú exprimes la Razón inmanente a este mundo hasta sus últimas consecuencias, llegando hasta donde puede llegar: la conciencia de su irremediable finitud. Atrás, adelante, antes y después, arriba y abajo, como bien dices, el Misterio.
Pero no crees acaso que la conciencia de su propia finitud es un dedo que señala más allá de sí misma? Para ver algo como finito, tienes que estar situado en el plano de la infinitud. Como decía Einstein, sólo puedes percibir el movimiento desde un punto inmóvil.
Cómo dices, la tragedia del ser humano es que ignora su propio fundamento. Coincido. Pero no es sospechoso que siquiera se pregunte por el mismo? Otra vez, no es acaso la misma pregunta un dedo que señala más allá? La Razón y los Sentidos, por ser intramundanos, no pueden perforar el Misterio del Ser, lo concedo. Como bien dices, «el problema del ser es la metafísica de su presencia».
Pero entonces, QUIÉN o QUÉ es esa parte nuestra que sospecha un fundamento, que se pregunta por su propia existencia? La Razón no puede ni siquiera dar cuenta de su propia existencia, no sabe por qué está ahí, ni por qué existe, así que mal podríamos concederle el poder de discernir cuál sea el fundamento de la existencia de todo.
«Por qué hay algo y no más bien nada?», se preguntaba Leibnitz, uno de los racionalistas máximos. La Razón no lo sabe.
Pero hagamos un ejercicio de autoinagación, un giro copernicano sobre nosotros mismos; sólo un Ser autoconsciente de Ser puede preguntarse por el SER. No estará ahí el hilo de Ariadna que nos conducirá a nuestro propio fundamento? Habrán colocado los dioses la llave del tesoro del conocimiento y de la iluminación en el lugar más oculto, a saber, en el propio corazón del ser humano?
Y tú, en ese campo, estás muy bien ubicado para responder! 🙂
Paz y luz, gracias por tus aportes, y excelente fin de semana!
El ser instintivo en el mundo es el principio de la conciencia que lo lleva al ser-hombre, el cual se abre a la temporalidad y a la tragedia existencial a través de poder referenciarse al mundo permanentemente por situación afectiva a sí mismo. El proyecto, derivado de sus limitaciones, se desenvuelve en lo mundano. Esta mundanidad que abraza es fruto del miedo existencial. De advertir el abandono a que lo somete su ignorancia (conciencia relativa). Como proyecto queda a intermedio entre el ser instintivo y lo que pudo haber alcanzado con su altruismo, un ser espiritual. El ser-hombre, producto aún no acabado es el sello de la conciencia y de su tragedia, ya que ignora su fundamento.
No hay consuelo para entender la existencia en otros términos. Avanzar sobre un terreno que la eleve implica sobrepasar los miedos aceptando la resignación de que la angustia existencial humana carece de remedio por déficit de comprensión. Y este límite significa la ignorancia que le abre una rendija a su mayor aporía: no poder conservar su conciencia en la eternidad.
El hombre no parte de la conciencia, lo hace de un ente existenciario, el ser. La conciencia es parte fundamental en la evolución de ese ser. En esa transformación alcanza a poder preguntarse ¿quién es? y ¿por qué es? Empieza a referenciarse en el mundo. Llegar a constituirse en ser-hombre modifica con el lenguaje la historicidad de toda lo existencia, a la cual percibe para adjetivarla y reflexionarla y no meramente observarla. Conserva el impulso instintivo de supervivencia (refleja) que aunado a la conciencia reflexiva que adquiere lo lleva a discernir sobre su existencia y elegir en una libertad condicionada, ya que no llega a ser libre, al quedar determinado por el poder del hombre mismo y por el destino final de su vida.
La aparición del ser instintivo llevó al ser-hombre a un límite infranqueable de comprensión lógica a través de la materialidad positivista. Sólo podemos apelar al misterio como palabra que deja abierta la posibilidad y que no cierra su percepción de vida con la muerte. El problema del ser es la metafísica de su presencia. El anclaje del ser es su misma aparición. Antes es nada. La nada es lo que queda afuera de la conciencia; ya sea de manera anterógrada (imposibilidad de proyecto) o retrógrada (desmemoria). Este ser-hombre tiene la particularidad de preguntarse por él mismo y su entorno en medio de coordenadas del espacio-tiempo. Este último término es fundamental, pues le implica la pulsión por la muerte. Tiempo es igual a muerte.
Tal vez debamos fundar una espiritualidad para vivir en paz. Entregarnos al éxtasis del ser y alejarnos de la conmoción que emana la vida con su permanencia. Crear la pauta de que lo que somos nos quitará el drama del devenir y permitirá soportar los días existenciales; evitará la perversidad que llevamos como estigma para soportar la vida y la sospecha que acumulamos contra nuestros semejantes. Es una cualidad ancestral inspirar temor para no ser avasallados. La bondad está hecha para los que aspiran a ser en el después. No luchan, no confrontan, contemplan la epilepsia de un mundo malicioso. La bondad es una cualidad del espíritu. La perversidad es del cuerpo. No aceptamos lo que somos. Si lo pudiésemos hacer estaríamos plácidos de hallar significado a lo que simplemente sucede sin el menor atisbo de futuro. A lo que acontece por azar o necesidad.
Esa esencia del “yo” profundo, íntimo del hombre, de pronto y a intervalos sale de su soledad y se guarece en la comunidad, una seguridad ansiada ante el sentimiento de abandono que, en la prosecución de la vida, hace carne la angustia existencial. El hombre busca el refugio que lo conduela. No lo halla en el cosmos donde busca con lo absoluto integrar su miedo para poder completar su existencia con la muerte. A pesar de su refugio en lo social vuelve a su soledad a cada instante. Le cuesta enfrentar a su angustia existencial y a un orden social inadecuado. En su paso por la vida profundiza su soledad. Es el “Dios ha muerto” de Nietzsche. El hombre muere siempre solo con su conciencia.
La única salida posible de la angustia existencial es darnos cuenta de que sólo existe una conciencia: la Conciencia Universal, que es nuestra conciencia también. Todo sucede en Ella, que es el Eterno Presente, la Eternidad, disponibles aquí y ahora, siempre. En la Realidad Fundante, Absoluta, no hay antes ni después, sólo hay AHORA. Y ahí somos, hemos sido y seremos siempre, inmortales, en el no-tiempo. Tomar conciencia de eso es la única y auténtica SALVACIÓN.
El hombre no es un animal estricto ni tampoco un ser superior. “Ser intermedio”, necesita de la intriga y la sospecha porque su esencia se construye con la conciencia y el miedo a la muerte. La conciencia construyó su conducta entre la virtud y la culpa. Al ser gregario necesita del entorno social para sobrevivir por su angustia a la soledad. Esta situación entre muerte y culpa lo transforma en un animal hipócrita para sobrevivir. Un oportunista de la vida. Su miedo a la muerte, al sufrimiento y a la soledad es tal que se aprovecha de la oportunidad a expensas del “otro”. No renuncia ni al pecado ni a los dioses, mientras con un gesto inquisidor ve la manera de subirse al éxito y al poder. De ser él mismo aquel dios que se venere.
La conciencia tiene autenticidad, no sólo porque hay un destino de muerte del que adquiere conocimientos, sino también porque al nacer no puede replegarse. El hombre entra en desesperación contra el destino. No se puede apartar de ser aunque en lo íntimo lo ansíe. El impulso por permanecer vivo le da vuelo pese al destino que se lleva. Y el hombre para imaginarse llama pesimismo a su realidad.
Quisiera, el hombre, durante toda la existencia tratar de exonerar esta realidad y embriagarse de placidez existencial para liberarse de su presión. Sin embargo al acuñar una conciencia atesoró el miedo a “no-ser”, pero no puede considerarse una víctima sino un cohecho a este orden natural, tan solo porque tuvo siempre a su alcance la solución de dejar de ser. ¿Qué poderoso impulso es superior a esta angustia de ser? Es su extrema convicción de debilidad y fracaso. Estuvo siempre en una trampa. Inserto en la mundanidad con que descompone su dignidad y con el consuelo de las múltiples alienaciones. Se halla tan condenado que negar es tan necio como afirmar la dramática condición existencial y la nada que lo pueda esperar.
El hombre necesita nuevas proposiciones, para poder escapar de un ser irreal, y estacionarse en ese punto límite entre el ser-hombre y el ser espiritual, desde donde crecer en acciones abnegadas hacia el “otro”. Más allá de la angustia existencial sobre el misterio de la vida inherente a su condición de pensante.
Hola Jorge!
Gracias por tu comentario!
Estoy feliz de que este sitio se pueda constituir como un lugar en el que podamos hablar libre, respetuosa y amorosamente de las grandes cuestiones existenciales: Dios, la Conciencia, el Sentido de la Vida, el misterio de la Muerte, el Bien y el Mal, el Prójimo, los Místicos, los Profetas y los Artistas.
Paz y luz y excelente fin de semana!
Hola Jorge!
Acabás de tocar un tema muy interesante: el de la evolución, desarrollando varias aristas y planteando interrogantes.
Es un problema muy complejo, en el que (como en todo) para poder dialogar, tenemos que ponernos de acuerdo en los términos.
Quisiera «pasar la pelota» a los suscriptores de este sitio: Qué opinan? Cómo ven este tema?
Qué entendés vos por «evolución»? El Universo evoluciona? La humanidad evoluciona? El cuerpo evoluciona? La mente evoluciona?La conciencia individual evoluciona? La Conciencia Universal evoluciona? Qué entendemos exactamente por «evolución»? Desde dónde y hacia dónde? Cuál es el motor de la evolución? Quién ideó la evolución? Quién la conduce?
Espero ansiosamente vuestras respuestas!
Paz y luz y excelente domingo!
P.S.: termino con una cita bastante sardónica del étologo Konrad Lorenz (Austria, 1903, 1989) :
«Creo haber encontrado el eslabón perdido entre el irracional y el hombre civilizado: somos nosotros».
Hay una evolución y la misma, si sucede, abarca las distintas partes mencionadas en la Consciencia que misteriosamente evoluciona desde una Parte de la Totalidad. No puede haber evolución de la mente, cuerpo, Consciencia individual sin un vinculo evolutivo con el Universo, con la Consciencia universal y con la humanidad, son dos caras de la misma moneda.
Ahora bien, podríamos distinguir Evolución de Desarrollo. Para ello cito el ejemplo de la espiga de trigo, la cual contiene muchas semillas con el destino de reproducirse en nuevas plantas (Desarrollo) pero el destino de
muchas de ellas será el de
transformarse en algo muy distinto: el Pan ( Evolución). «Algunas semillas son arrebatadas por una fuerza incomprensible que les impide
realizar su destino “natural”. El trigo no puede
acceder a un sentido mucho más profundo de su ser, como el de alimentar y
enriquecer a otras dimensiones que están mucho más allá de su horizonte sin el agricultor o el panadero (la otra dimensión) que se ocupará de
destinar algunas de las semillas recolectadas a la generación de nuevas
plantas, es decir, a la renovación cíclica del pasado.»
Obviamente esto acarrea muchas preguntas de como es que surgen algunas consciencia,( Semillas) que sí y otras que aún no… dejo abierto esta pregunta.
Qué buena imagen la del trigo, Lucas! Me gustó mucho también esa distinción entre «Desarrollo» y «Evolución». Me resulta útil pensar en «desarrollo» como un aumento cuantitativo dentro del mismo nivel, y «evolución» como un salto a un nivel «superior» (más complejo?).
Y uniendo con tu comentario anterior, la razón puede comprender el desarrollo, pero no la evolución.El otro nivel lo SOSPECHA la intuición, y es eso lo que hace la diferencia entre personas «espirituales» y «no espirituales». El ver solamente desarrollo y no evolución, te lleva directamente al existencialismo del absurdo de Sartre y Camus….
En fin, tanto esa distinción como la metáfora del trigo, dan mucha tela para cortar.
Podría lo del trigo explicar lo que llamamos el «mal» en este mundo? Dejo abierta la pregunta…:-)
También creo que fue Jung que dijo: «Todas las preguntas importantes no se pueden contestar desde el mismo nivel en que fueron planteadas… Su respuesta requiere un salto de nivel…»
En cuanto a la última pregunta… Incontestable desde este nivel…:-)
Estimada Ana
La evolución no parece tener una intención previa. Sometida a la entropía (transformación continua) es direccional en su alejamiento del equilibrio. Su tendencia es lo alineal, construyendo niveles superiores de complejidad. En ese ámbito posible aparece la vida y la conciencia humana, lo que lleva al pensamiento, al conocimiento y al lenguaje como armas fundamentales de la evolución cultural humana. Esta facultad ¿tendrá la posibilidad de evolucionar las sociedades hacia un mejor confort síquico-físico-social-ecológico o el primitivo instinto de supervivencia que, constituye la base de los organismos, se constituirá en el mismo patrón que sucedió hasta el momento? La reproducción y la muerte, en este aspecto, son las matrices evolutivas para comprender el desarrollo de no solo lo biológico, sino también del sentido que adquiere el pensamiento abstracto como complejidad superior alcanzada.
Existe en la evolución del pensamiento las mismas bases estructurales fundamentales, reproducción y muerte, que dieron un sesgo a la prosecución de la vida. Una pregunta en este punto es inevitable: ¿en esta evolución el placer se manifiesta por encima de la supervivencia? Al respecto, a un grupo de ratas se le colocó un electrodo en el centro cerebral del placer y se les puso un pedal para que lo accionaran. Su uso provocaba una sensibilidad de placer. Ante esto las ratas apretaban el pedal sin pausa hasta morir de inanición.
La aparición del pensamiento le da al ser humano una posibilidad de conocimiento que produce una bifurcación en ese desarrollo evolutivo. Por un lado lo biológico estricto, lo que se suma al proceso de desarrollo de las especies; y por el otro, un nivel alcanzado de conciencia como único elemento del universo con posibilidades de moldear esta evolución de manera intrínseca, con la facultad de no depender estrictamente de los factores externos a ella y con el poder de ser modificados
Ante esto surge la pregunta: ¿el pensamiento, facultad más elevada de la conciencia, es un desarrollo para un ser intermedio o es el final de un proyecto general de la evolución? La evolución de individuos es un juego incesante entre su herencia y el medio. En este proceso hay una organización que debe ser desentrañada de lo que delata la estructura visible.
La esperanza es que en este periplo de caminos extraviados, todavía pueda surgir un hombre distinto. Un ser espiritual entendido como humanismo. Hoy es un ser imperfecto ubicado entre el cielo y la tierra. Fue el precio a pagar por la adquisición de la conciencia y del conocimiento. Quizás el próximo paso, la espiritualidad, pueda salvar esta situación.
No podemos solo castigar al hombre desde la posición que ocupa hoy. Como ser arrojado al tiempo, en una supervivencia que le lleva todos sus anhelos y sometido a la presión sicológica de la muerte. ¿Se podría esperar otra situación? ¿Otro comportamiento? Era lógico que intentara huir hacia adelante de su mortal destino. Entonces, el poder, lo material y la lujuria han sido sus lenitivos. Los que le disfrazaron el terror a la muerte por las conquistas, superfluas al fin, en la tierra. Necesitó sentirse inmortal, por más que siempre acabe inexorablemente de la misma manera, en el mismo destino que encierra ya su devenir de conciencia infortunada.
La conciencia alcanzada parece un adminiculo inconveniente en este punto del desarrollo humano. ¿Es dable pensar que este ha sido el objetivo? ¿Tanta tragedia inserta en un ser solo por adquirir una conciencia relativa? ¿Por qué pasar de un estado inferior necesitó incorporar un conocimiento trágico para ser hombre? Aquí yace el abismo. ¿Es esta evolución de los pasos por la conciencia y el conocimiento una circunstancia u obedece a un proyecto?
Hola querido Jorge,
Gracias por tu comentario!
Gracias por poner el dedo en la llaga en un tema que es prácticamente tabú en esta sociedad que los medios alientan a ser frívola y consumista.
El tema del escándalo de la muerte fue justamente el que desencadenó mi búsqueda personal desde los 15 años en adelante, llevándome a transitar los caminos de la Filosofía, la Religión, el Yoga, la Espiritualidad y finalmente, dentro de ella, el No-Dualismo. Puedo decir que la Muerte ha sido mi Maestro en la ruta.
Cada frase de tus reflexiones ameritaría un extenso comentario. Yo voy a detenerme en una, que creo que es el germen de la cual se derivan, a mi entender, las demás.
«Como ser arrojado al tiempo»
Efectivamente, muchas de nuestras partes son temporales. Nuestro cuerpo, nuestro pensamiento, nuestras emociones, nuestros sentimientos, nuestras acciones, ocurren y se modifican por el factor temporal. Como manifestaciones temporales, además, tienen un principio y un final. Una idea, una emoción, un sentimiento, empieza en un determinado momento, «dura» un tiempo, y desaparece.
Pero resulta -y aquí es el gran salto que te propongo dar- que nuestro ser real no es ninguna de esas partes antes mencionadas. Yo no soy mi cuerpo, ni mis pensamientos, ni mis sentimientos, ni mis emociones, ni mis acciones. Yo soy el USUARIO de mi cuerpo, el TESTIGO de mis pensamientos, emociones y sentimientos y el AGENTE de mis acciones. Yo soy ESO, sea lo que sea, que está dictándole ahora a mi mano, a través de mi cerebro y de todo mi sistema nervioso, lo que tiene que escribir, y tú eres ESO, sea lo que sea, que está leyendo estas palabras en este momento. Y ESO no es espacial ni temporal, porque si lo fuera, no podría registrar el espacio ni el devenir temporal. Yo me doy cuenta de que algo cambia, porque YO NO CAMBIO. YO PERCEPTOR, soy la pantalla sobre la que ocurren todos los cambios. Si yo también cambiara con el tiempo, no podría comparar un instante con el siguiente, porque yo también habría cambiado.
Por lo tanto, sí, soy un ser arrojado al tiempo, pero un ser intemporal arrojado a la aventura de la temporalidad y la manifestación.
Esta toma de conciencia, este «giro copernicano», es el que permite replantear, a mi entender, todo el problema de la muerte.
Pero éste puede ser tema para otra reflexión.
Que tengamos un excelente día.
Paz y luz, compañero buscador!
La lucidez es el fiscal del universo que se hizo potestad del hombre para derrumbar las incógnitas del universo. Hemos establecido una lógica del conocimiento dentro del espacio-tiempo que nos contiene. En este ámbito avanzamos intentando congeniar con la realidad, pero también hemos entendido que no somos partícipes solo de este espacio-tiempo limitado, sino que pertenecemos a otro espacio del que solo tenemos conceptos vagos. Estamos entrelazados a una dimensión que no conocemos ni comprendemos. Y esta es la conciencia parcial que hemos conseguido con el conocimiento en este espacio-tiempo que habitamos. Por el momento todo lo que tenemos de referencia para preguntarnos por el sentido de estar vivos en este universo proviene de nosotros mismos y de la historia humana, alquimia de imaginación y realidad.
La lucidez es el fiscal del universo que se hizo potestad del hombre para derrumbar las incógnitas del universo. Hemos establecido una lógica del conocimiento dentro del espacio-tiempo que nos contiene. En este ámbito avanzamos intentando congeniar con la realidad,
Totalmente de acuerdo Jorge; la razón y los sentidos son las herramientas que tenemos para conocer esta dimensión del universo
pero también hemos entendido que no somos partícipes solo de este espacio-tiempo limitado,
de acuerdo!!!
sino que pertenecemos a otro espacio del que solo tenemos conceptos vagos. Estamos entrelazados a una dimensión que no conocemos ni comprendemos.
Y yo iría aun más lejos: nuestro verdadero SER no es espacial. Es cierto que no conocemos ni comprendemos nuestra dimensión de SER, pues no es un objeto que podamos poner delante nuestro y estudiarlo: es LO QUE SOMOS, y no podemos separarnos de eso. Pero sí lo podemos vivenciar ; Por intuición (conocimiento directo, sin intermediarios), SABEMOS QUE SOMOS.
Y esta es la conciencia parcial que hemos conseguido con el conocimiento en este espacio-tiempo que habitamos.
Así es!!!
Por el momento todo lo que tenemos de referencia para preguntarnos por el sentido de estar vivos en este universo proviene de nosotros mismos y de la historia humana, alquimia de imaginación y realidad.
Y también agregaría yo la observación de la Naturaleza, en la que se despliega una Inteligencia, una Creatividad y un Poder inconmesurables para nosotros.
Muchas gracias Jorge, por tus comentarios tan profundos, serios y motivadores!
Paz y luz!